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Abrí la puerta de casa y me extrañé al ver que no había nadie más por allí. Loleta vino enseguida a recibirme con sus característicos maullidos para que la acariciase. Estuve un ratito con ella y después de dejar la mochila en mi habitación me fui a la cocina a prepararme un café y así estar un poco más despejada durante aquel día. De repente escuché el ruido de una puerta y me sobresalté

- Hola Mimi – Mary me saludó saliendo de la habitación de Miriam

- Joder, qué susto me has dado – respondí haciéndola reír - ¿dónde están estas dos? - pregunté

- Miriam se llevó un rato a Lola al parque en lo que llegabas y mientras he aprovechado para darme una ducha porque la rubia me ha prometido una comida en mi restaurante favorito

- Oh, qué monas – dije con una sonrisa pícara

- Sí, fue a hablar – y nos echamos a reír esta vez las dos.

La puerta de la calle sonó y las dos rubias entraron en casa. Lola en cuanto me vio vino corriendo hacia mí

- ¡Mami! – gritó emocionada

- ¿Qué tal ratona? ¿Lo has pasado bien? – le pregunté

- Sí, mami, mucho y mira lo que me ha comprado la tita Miri por portarme bien – dijo señalando una bolsa grande de chucherías

- Sí, ya veo – dije esta vez mirando hacia la gallega que se encogía de hombros

- Voy a darle una a Loleta, ¿vale? – y la pequeña se bajó de mis brazos dispuesta a darle chucherías a la gata

- ¡No! – Lola se giró de golpe asustado – cariño, los gatos no pueden comer chuches

- ¿Por qué?, tú dices que hay que compartir y yo comparto con ella – me respondió poniendo morritos

- Ya, cariño, pero si le das se pondrá malita y no queremos que pase eso, ¿no? - pregunté viendo como la pequeña negaba con la cabeza - ¿Qué te parece si le ofreces mejor a las titas?

- Vale... - respondió Lola dirigiéndose a Mary con la cabeza un poco agachada

Mary estuvo un rato entreteniendo a la pequeña mientras yo me acercaba a hablar a Miriam.

- ¿Se ha portado bien de verdad? – le pregunté

- Pero si es un angelito, Mimi, pues claro. Anoche después de cenar se acurrucó con nosotras en el sofá a ver una película y se quedó dormidita enseguida y esta mañana se despertó, se vino un rato con nosotras a la cama y luego después de desayunar hemos bajado al parque hasta ahora.

- Bueno, un angelito cuando quiere – comenté riéndome – gracias – le dije sincera

- Para eso está la familia, ya lo sabes

La pareja se fue poco después a comer y yo me quedé con Lola preparando nuestra comida mientras la pequeña dibujaba.

- Ratona, ven un momento

- Dime, mami

- Luego vendrá Ana a pasar la tarde con nosotras, ¿te parece bien?

- ¡Sí! – respondió la pequeña emocionada – Ana es mi amiga – añadió con obviedad

Lola y yo nos pusimos a comer mientras la pequeña me contaba todo lo que había hecho el día anterior. Cuando terminó, y después de entretenerse un rato con Loleta tirándole un ratón de peluche provocando así que la gata fuese detrás de él, cayó tan rendida en el sofá que ni siquiera escuchó el timbre. 

- Hola – susurró Ana ante mi gesto de silencio. Se acercó a mí y me dejó un beso en los labios

- Hola – le sonreí

Mi trocito de MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora