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Los días pasaron y no tuve ninguna respuesta por parte de Ana en todo ese tiempo. La veía de vez en cuando en los ensayos, pero la morena siempre se las arreglaba para poder evitarme. Le mandé algún mensaje más durante ese tiempo, pero viendo su negativa por responderme terminé parando y dándole el espacio que parecía necesitar.

Yo tampoco lo estaba pasando muy bien, a todo ello había que sumarle que el estreno del musical estaba cada vez más cerca por lo que los nervios aumentaban el caos que tenía en mi cabeza. Miriam no me dejó sola en ningún momento, me unía a varios planes que hacía con sus amigos para que pudiera tener algún rato en el que no darle tantas vueltas a la cabeza. También estaba Lola, que por muy pequeña que fuese, parecía enterarse más de lo que pensábamos y estaba más mimosa conmigo de lo normal.

La despedida de Ricky fue también más pronto de lo que esperábamos y, tras encontrar un piso que le gustaba y podía permitirse, se había ido la semana pasada para poder empezar a trabajar allí cuanto antes. Aquel día, montamos un drama las tres en Barajas, hasta Miriam que siempre se había hecho la dura lloró en aquel momento. Para compensar y animar a Lola que no había llevado muy bien la marcha de su tito ahora que lo volvía a tener cerca, a la gallega se le ocurrió pasar una tarde de compras, cine y merienda para las tres que hizo que a la pequeña se le olvidase la despedida de aquella mañana.

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El lunes llegó sin darnos casi tiempo a pensarlo. Por la mañana, antes de dejar a Lola en el colegio e irme corriendo a ensayar recibí una llamada que no me esperaba en aquel momento, pero que consiguió alegrarme el día. Mi hermana había conseguido coger unos días de descanso y venía a Madrid para estar con Lola y conmigo. Llegaría el miércoles y estaría hasta el lunes siguiente, no serían muchos días, pero los aprovecharíamos todo lo que pudiésemos.

La pequeña se puso muy contenta al escuchar la noticia y se lo debió de contar a todos sus compañeros de clase aquella mañana porque no paraba de decírselo a todo el mundo.

La noticia consiguió que fuera con algo más de ganas a ensayar. Llegué al local y vi que los directores de las diferentes áreas que involucraban el musical nos estaban esperando en la sala principal para hablar con nosotros. Ana ya estaba allí sentada y pude apreciar como no dejó de observarme desde que entré por la puerta, estuve a punto de sentarme cerca de ella, pero el resto de los bailarines me avisó de que me sentara junto a ellos y terminé cambiando de idea.

- Buenos días a todos – comenzó Noemí, una de las directoras principales – estamos cada vez más cerca del estreno y vamos a hacer un nuevo planteamiento de ensayo. A partir de ahora dividiremos las sesiones y haremos ensayos individuales según la especialidad y a continuación nos centraremos en hacer la puesta en común.

Todos asentimos ante la información que íbamos recibido. Noemí siguió contándonos todos los cambios y respondió a nuestras preguntas sobre los ensayos generales de cara a la última semana.

- Antes de empezar, Miriam, Ana, Pablo y Lucas, quedaros aquí un momento, los demás podéis iros a ensayar.

Me tensé al escuchar mi nombre y más al ver que Ana también era otra de las personas con las que quería hablar. Nos miramos a la vez al escuchar nuestros nombres, pero la canaria rápidamente giró la mirada al verse pillada.

- Vale chicos, os hemos llamado porque en la canción que interpretan Ana y Pablo hemos decidido que haya una pareja de bailarines detrás que también interactue algo con ellos y ahí es donde entráis vosotros.

- Sí – comentó Vicky – de momento vamos a ir empezando a marcar los pasos nosotros – dijo mirándome a mí y a Lucas – y a partir de la semana que viene lo pondremos en común para que ellos también sepan como moverse con vosotros al lado

Mi trocito de MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora