Prólogo

5K 187 4
                                    

Dicen que las historias siempre deben tener un inicio, supongo que el mío está aquí, bajando por fin del autobús después de un trayecto de cinco horas hasta llegar a Madrid. No es que no me guste viajar, con dieciocho años me fui de aventura a China para poder trabajar como bailarina profesional, pero la cosa cambia mucho si comparas el avión con el autobús y que entonces viajé sola y ahora lo hago con la ratona que tengo a mi lado.

Y os preguntaréis, ¿qué hace viajando a Madrid con una niña de tres años dejando en Granada a su familia y amigos? Pues muy fácil, necesitaba cambiar de aires, salir de un pueblo donde todo el mundo conocía mi antigua historia y poder volver a ganarme la vida dentro del mundo del espectáculo. Así que tras una llamada de mi amigo Ricky contándome que podría conseguirme varias pruebas para trabajar como bailarina, me armé de valor, hice las maletas, cogí a la enana y vine a la capital volviendo a soñar con poder actuar como bailarina en los grandes musicales de la Gran Vía madrileña.

Así que ahí estaba yo, con las maletas a cuestas y la pequeña Lola en brazos esperando a que Ricky apareciese a por mí y me enseñase ese maravilloso piso en Malasaña que, según me había comentado, compartiríamos además con una amiga suya que, por cosas del destino, se llamaba igual que yo y tenía una gata con el mismo nombre que mi hija.

Y ahora la famosa pregunta que también me hizo mi madre, ¿cómo iba a compartir piso con dos personas más teniendo una niña pequeña y teniendo que compartir mi habitación con ella?, pues porque el dinero no me daba para otra cosa de momento, era algo provisional, y sabía que teniendo a Ricky en casa podría ayudarme con la enana, porque con poco que se habían visto, la adoración que se tenían  era enorme. 

Mi trocito de MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora