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- ¿Mimi? – volvió a repetir  asegurándose de que era yo

Me tensé en la silla, no me lo podía creer, hacía más de un año que no escuchaba su voz y ahí estaba ella de nuevo

- ¿Raquel? – respondí girándome para comprobar con mis propios ojos que no era fruto de mi imaginación

- Cuánto tiempo, ¡qué grande está Lola ya! – exclamó señalando a la pequeña que seguía dormida entre mis brazos.

Me levanté de la silla, Miriam enseguida cogió a Lola para que no se despertara, y me llevé a Raquel dentro del bar para poder hablar con ella, no quería que viese demasiado a la niña ni que mis amigos supiesen de la conversación directamente. Raquel era una chica que conocí hace tiempo en Granada, nos acostamos en alguna ocasión, pero yo no sentía nada más que atracción por ella, algo que no le sentó muy bien al principio.

- No sabía que estabas por Madrid – comentó en cuanto entramos en el local

- Sí, llevo un mes más o menos, y ¿tú?, ¿qué hace por aquí?

- Qué bien, cuánto me alegro. Ya sabes que mi hermano trabajaba aquí y después de lo que pasó en Granada decidí cambiar de aires – confesó

- Ya, sí... - dije sin saber qué contestar

Estuve un rato con ella mientras me contaba cómo era su nueva vida en Madrid y yo le hablaba de mi trabajo en el musical.

- Me alegro de haberte visto Raquel – y no mentí en aquello

- Yo también Mimi – confesó – oye – dijo cuando yo ya me estaba dando la vuelta

- Dime Raquel

- ¿Sigues teniendo el mismo número de teléfono? – afirmé con la cabeza - ¿te importa si algún día te llamó para tomar un café? Lola también puede venir si quieres

- Sabes que no me importa Raquel, pero prefiero dejar a Lola al margen de todo esto – y me fui en busca de mis amigos

Ricky me interrogó con la mirada en cuanto llegué a donde estaban, él ya sabía de la existencia de Raquel, pero decidí pasar por el momento alegando que ya le contaría más tarde. Cogí a Lola de los brazos de Miriam y nos fuimos a casa.

Al llegar acosté a la peque, preparé el bolso para el día siguiente y me fui a sentar en el sofá poniéndome un poco al día de las noticias que habían ocurrido. Ricky y Miriam no tardaron en llegar, sabía por dónde iba a ir la conversación y no me apetecía demasiado en aquel momento.

- ¿Qué hacia Raquel en Madrid? ¿De qué habéis hablado? – comenzó el mallorquín

- De nada Ricky, solo le he estado preguntando qué tal le iba y poco más, sabes perfectamente que nunca he sentido nada por ella – a todo esto, Miriam permanecía callada atendiendo a la conversación, pero sin ser partícipe de ella

- ¿Seguro? – continuó – sabes que nunca me he fiado de ella, hasta Lola la miraba con mala cara cuando la veía

- Es una amiga, nada más. Quedaremos algún día para tomar un café, o no, y ya está

- Ya, pero sabemos cómo es y no parará hasta volver a conseguir lo que quiere, si solo hay que ver cómo se puso la última vez porque no quisiste quedar con ella porque tenías que estar con la niña

- Estoy flipando – comentó Miriam de repente – ahora entiendo tu inseguridad por contarle a Ana la existencia de Lola

- Os prometo que no va a pasar nada y esto no tiene nada que ver Miriam – respondí intentando convencerme más a mí que a ella – sabéis que no quiero fastidiar lo que sea que hay con Ana, va muy despacio, pero me gusta de verdad y no quiero estropearlo, podéis estar tranquilos, lo juro

Mi trocito de MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora