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Estaba mirando la televisión distraídamente cuando escuché el timbre de casa sonar, me levanté rápido pensando que era Miriam que se habría dejado las llaves de casa, hasta que abrí la puerta

- ¡Sorpresa!

-¿Ana?, ¿qué haces aquí?, ¿no se supone que tenías un compromiso? – le pregunté dejando que pasara al interior

- Bueno, el compromiso ya está hecho y ahora he venido a pasar un ratito contigo y a calmarnos los nervios mutuamente – me dijo mientras ponía sus brazos alrededor de mi cuello y me besaba dulcemente mientras yo colocaba mis manos en su espalda acercándola más a mí – lo único que había traído una botella de vino, pero me la he dejado en el coche – dijo poniendo un puchero sin separar apenas su rostro del mío – bajo un momento que he aparcado enfrente y subo – me volvió a besar y salió por la puerta rápidamente

No había pasado ni un minuto cuando sonaron unos golpes en la puerta

- Si que has subido rápido, ¿tantas ganas tenías de....? – mi discurso fue interrumpido al ver quien estaba enfrente de mí - ¿mamá? ¿Patri? – ni reaccioné, me tiré a los brazos de ambas que me acogieron enseguida y empecé a llorar de la emoción al verlas a las dos allí - ¿qué hacéis aquí? – les pregunté una vez más calmada hasta que vi que detrás de las dos estaba Ana mirándonos con una sonrisa

- Pues que tienes una novia que no ha parado hasta conseguirlo – contestó mi hermana mirando a Ana guiñándole un ojo

- No dejes escapar a esta chica – me susurró mi madre al oído

Mi madre y Patri fueron a dejar sus maletas a mi habitación y yo me acerqué a Ana que se había mantenido todo el rato en un segundo plano.

- Esto es una de las mejores sorpresas que me han hecho en la vida – dije lanzándome a sus labios – te quiero y no te haces una idea de cuanto

- Sí que me la hago – respondió abrazándome contra su pecho – porque por eso mismo he hecho esto por ti, porque te quiero y porque te lo mereces como nadie – me volvió a besar – eso sí, prepárate porque mañana nos espera cena familiar al completo

Nos sentamos en el sofá en lo que volvían a aparecer las dos invitadas. Yo ya había cenado, pero la canaria se había encargado de comprar alguna cosa para picotear en lo que hablábamos allí, además de la botella de vino que sí que había traído consigo

- ¿Lola está ya dormida? – preguntó mi madre apareciendo por el salón

- Sí, hace bastante además, estaba hoy muy cansada – contesté apoyando mi cabeza en el hombro de Ana – mañana se va a llevar una sorpresa cuando os vea

- Bueno, y ¿cómo lleváis los nervios? – preguntó esta vez mi hermana que también se había unido a la conversación

- Estoy histérica – dijo Ana – no sé ni si voy a conseguir dormir hoy algo

- Yo estoy, extrañamente, bastante calmada, pero no sé cuánto me va a durar

Estuvimos allí hablando de nuestras cosas, Ana estaba algo nerviosa al principio interactuando con ella, pero poco a poco pude ver cómo se relajaba y comenzaban a encajar mutuamente. El sueño empezó a hacer mella en nosotras y la canaria se levantó para recoger su chaqueta de mi habitación e irse a su casa

- ¿Por qué no te quedas? – le pregunté acompañándola a la habitación y poniendo un puchero cuando se giró para mirarme

- Mimi... - dijo haciendo una mueca – tenemos que descansar y tú más aún, además, mañana tengo una sorpresa para ti que te va a gustar

Mi trocito de MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora