Epílogo

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- Mami, Leo no se despierta – Lola salía de la habitación del pequeño haciendo un puchero

- Es que es muy pequeñito todavía, ratona, y tiene que dormir mucho – la pequeña se había acercado al sofá donde yo repasaba cosas en el ordenador

- Ya... - hizo una mueca y se sentó a mi lado – pero es que yo quiero jugar con él

- Anda, ven aquí y no te enfurruñes – la senté encima de mí y la abracé como cuando era más pequeña – mi bebé bonito – dije dejándole besos por la cara

- Yo ya no soy un bebé, el bebé es Leo – contestó a modo de protesta, pero se abrazó aún más a mí para que no parase de hacerle caricias

- Tú siempre serás mi bebé – besé su cabeza - ¿me ayudas en lo que viene la tita? – Lola asintió muy entregada y sentándose a mi lado, apoyando su cabeza cerca de mi pecho, me ayudó en mi tarea.

Pasamos la mañana entretenida las dos en aquel sofá, en lo que Leo dormía, mirando pasos de baile y opinando sobre coreografías de artistas que nos gustaban a ambas. Lola tenía ya casi cinco años y se notaba un gran cambio en ella, aunque seguía siendo una niña muy movida a la que le apasionaba todo lo que tuviese que ver con el baile y la música.

- Ya estoy aquí – Miriam entraba por la puerta y la pequeña salía corriendo a saludarla - ¿cómo está mi niña preciosa? – la abrazaba cariñosamente y le dejaba unos cuantos besos sabiendo que desde que había nacido Leo, Lola tenía algo de celos

- Muy bien, he estado ayudando a mami

Miriam se acercó a mí y me dejó un beso en la mejilla a modo de saludo mientras se sentaba a mi lado

- ¿Cómo se ha portado el peque?

- No ha dado ni un ruido, solo duerme – le sonreí – querías vengarte de mí por todas las veces que te has quedado con Lola, pero no te ha salido bien la jugada con ese angelito que tienes por hijo – Miriam rio ante mi comentario

- Es igual de tranquilo que Mary – comentó - ¿os quedáis a comer? Tengo lasaña

- Sabes que no le puedo decir que no a tu comida, además, Ana tiene hoy varias reuniones por el concierto del sábado y come con los jefes

- Perfecto, voy a ver como está Leo y me pongo con ello – se levantó del sofá - ¿vienes conmigo Lola?

La niña asintió y dándole la mano a la gallega se fue a la habitación del pequeño para ver cómo estaba y darle de comer. Yo aproveché para terminar lo que estaba haciendo y llamar un momento a Ana para programar el ensayo con bailarines de aquella tarde.

Al final, el single que grabó con el productor fue todo un éxito y la animaron para seguir componiendo y poder sacar un disco. Se lo tomó con calma, quería que todo saliera bien y el mes pasado por fin salió a la venta. Ahora habían organizado desde su discográfica una serie de conciertos con los que iniciar la gira por España y el primero sería el de Madrid este mismo sábado, así que, como ya me prometió desde el primer momento, yo me encargaba de las coreografías de cada uno de sus bailes y de organizar a los bailarines. Quería que todo saliera perfecto porque el concierto en la capital era muy especial sobre todo porque vendrían a verla tanto amigos como familiares.

- ¿Cómo está mi niño bonito? – Miriam me pasó a Leo según salían de la habitación y yo lo acuné entre mis brazos – ya casi se me había olvidado lo que era tener un bebé en brazos

- A ver cuando os animáis Ana y tú – la gallega me guiñó un ojo y se fue a la cocina seguida de Lola que quería ayudarla

- La verdad es que no es una conversación que haya surgido. Estamos felices con Lola y ahora con la gira y todo es bastante complicado – le contesté sentándome en la barra que tenían en la cocina con el pequeño en brazos

Mi trocito de MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora