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Había pasado una semana desde aquella fantástica tarde que pasamos las tres juntas. El estreno del musical estaba cada vez más cerca y con ello yo me encontraba más tensa de lo normal. Estábamos a martes, día de ensayo y con cada vez más trabajo encima. Después de dejar a Lola en el colegio y tomarme un café con Ana no había parado. Primero ensayos individuales, después las grupales con todo el elenco y tras terminar de comer el dúo de Ana y Pablo.

Al final había contratado una niñera para que recogiese a Lola del colegio estos días de mayor ajetreo ya que a mí me era imposible. Alba, que así se llamaba chica, era un encanto y había encajado con la pequeña desde el primer momento.

La jornada del miércoles había terminado por fin. Entré en los vestuarios dispuesta a cambiarme e irme a casa a descansar, no había nadie, así que con tranquilidad me fui a la ducha. Al regresar pude ver que Ana ya estaba allí mirándome de forma sugerente, me acerqué a ella sabiendo que nadie más iba a entrar allí y la besé con ganas. Ana colocó sus brazos en mi nuca y profundizó aún más el beso.

- Estoy muerta – comenté mientras apoyaba mi frente con la suya y dejaba que me acariciase un poco el pelo de forma mimosa

- Se te ve en la carita – dijo bajando esta vez su mano hacia mi mejilla - ¿te vas ya a casa?

- Sí, tengo ganas de tumbarme en el sofá y no moverme de allí, aunque sé que eso no va a ser del todo posible posible – dije poniendo un puchero que terminó besando la canaria

- Dile a Lola de mi parte que te haga muchos mimitos, ya que yo no puedo...

- Jo, sabes que me encantaría poder acurrucarme en el sofá contigo

- Lo sé – afirmó con una sonrisa – te espero en la puerta – dijo dándome un último beso y dejando que terminara de cambiarme

Subimos al coche de Ana en silencio, el cansancio se notaba en ambas. La canaria puso la radio y para intentar despejarnos estuvimos cantando alguna que otra canción entre risas. Me dejó en la puerta de casa y tras despedirme con algún beso más, me bajé del coche sin ganas de dejar que se marchara.

En cuanto abrí la puerta de casa, Lola vino como un terremoto hacia mí. Miriam ya estaba por allí también, así que intuí que Alba ya se habría ido a su casa.

- ¿Qué tal el día ratona? – le pregunté a Lola mientras la cogía en brazos

- Muy bien, he ido al parque a jugar con Alba después del cole y luego hemos estado dibujando – me respondió sonriente

Miriam también se acercó a mí a saludarme, ella llevaba unos días bastante intensos. Había conseguido formar parte del reparto de una nueva serie de Netflix y, aunque su papel no era de los principales, sí tenía algo de peso en la trama.

- ¿Qué tal tu día galleguiña? – le pregunté una vez había dejado a Lola en el suelo jugando y me sentaba a su lado en el sofá

- Agotador, todavía no me acostumbro a tener que levantarme a las cuatro y media de la mañana para ir a grabar. ¿El tuyo?

- Igual, tanto ensayo me está fundiendo y mis músculos cada vez están más cargados

- Estamos mayores ya eh – respondió riéndose

- Y tanto

Dejé a Miriam vigilando a Lola mientras yo me cambiaba y deshacía la mochila con la ropa sucia de aquel día. Estaba colocando mis pantalones en la silla cuando me di cuenta de que había caído un papelito de dentro.

El viernes después del ensayo. Tú y yo. Construyendo nuestros propios rincones de Madrid. Piénsalo

Estuve mirando la nota durante bastante rato. Estaba claro de quién era, además tampoco había muchas posibilidades de que otra persona que no fuese Ana tuviese acceso a los bolsillos de mis pantalones. Se me dibujó una sonrisa en la cara y no dudé en escribirle un mensaje

Mi trocito de MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora