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El domingo por la mañana Lola y yo decidimos hacer el desayuno para todos. No faltaba de nada en la mesa, había variedad para todos los gustos: dulce, salado, café, incluso infusiones raras para Miriam

- ¿Y este despliegue? – preguntó Ricky apareciendo por la cocina y dándonos un beso en la cabeza a las dos

- Es una sorpresa tito – respondió Lola alegremente

- Pues me gusta mucho esta sorpresa – comentó dándole un bocado a un croissant

- ¡Pero hay que esperar a que estemos todos! – le reclamó la pequeña haciendo que Ricky soltara el croissant automáticamente y yo comenzara a reírme

Miriam no tardó en aparecer también en la cocina acompañada por Mary que había dormido aquella noche en casa

- Si llego a saber que hacéis este despliegue para desayunar los domingos, me voy a quedar a dormir siempre aquí contigo cariño – le dijo a Miriam echándose a reír

- Solo por interés, ¿habéis visto para lo que me quiere? – comentó mientras se acercaba a darle un beso de buenos días a la pequeña que la miraba alegre.

Comenzamos a desayunar hablando de todo un poco y haciendo partícipe a Lola en la conversación, que nos contaba emocionada lo que había aprendido en su clase de baile.

- Lola, ¿quieres que vayamos tú y yo a comer a ese sitio que tanto te gusta? – le preguntó Ricky sabiendo que yo había quedado para comer con Ana

- ¿Y mami? – preguntó la pequeña mirándome poniendo morritos

- Cariño, yo no puedo ir hoy, pero te prometo que otro día vamos tú y yo solas, ¿te parece?

- Vale... - contestó no muy convencida

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Lola al final se fue contenta con Ricky después de que le prometiera ir un rato al parque antes de comer. Yo aproveché que la parejita de la casa también había salido a disfrutar de la mañana de domingo para prepararme tranquilamente.

Llegué con tiempo al restaurante. Había elegido el Ohara porque sabía que a ambas nos quedaba cerca de casa y porque era un lugar muy tranquilo al que me gustaba ir cuando venía a la capital de visita.

Ana apareció cinco minutos más tarde disculpándose con la mirada por haberme hecho esperar. Entramos y decidimos sentarnos en una mesa alta que quedaba algo al fondo. La canaria echó un vistazo al lugar y pareció darle el aprobado. Tenía un aire algo antiguo, pero estaba lleno de encanto. Pedimos dos cervezas y algunas tapas con las que acompañar la bebida por el momento.

- ¿Qué tal ayer? ¿pudiste descansar después de que yo me fuera? – le pregunté

- Voy a confesarte que volví un ratito más a la cama. A la tarde quedé con unos amigos y se terminó alargando bastante. Tienes que conocerlos, seguro que te caerían genial, de hecho ya les he hablado de ti – afirmó mirándome

- Tendré que conocerlos entonces

- ¿La tuya? ¿Tenías mucho lío o algo? – preguntó

- Sí, algo así

Cambiamos la conversación una vez el camarero trajo lo que habíamos pedido, pero pude notar cómo Ana se quedaba algo pensativa después de mi respuesta

- Esto está muy bueno – dijo probando una de las tapas que nos acababan de traer

- Sí, solía venir por aquí en mis visitas a la ciudad, es acogedor y se come muy bien

- Ahora entiendo la mirada que te ha echado uno de los camareros nada más verte – soltó en tono jocoso

- Uy, ¿celosa? – la miré divertida

Mi trocito de MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora