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- ¿Te puedes quedar al final hoy con Lola? – le pregunté a Miriam mientras le quitaba la chaqueta a la pequeña con prisa por dejar todo listo antes de irme

- Sí, además vendrá luego Mary y nos la llevamos a dar una vuelta después – contestó la gallega

- Mami, ¿no vas a venir a bailar hoy? – me preguntó Lola mirándome con un pequeño puchero

- Mierda – me llevé una mano a la cara – se me había olvidado que hoy es la clase de baile – respondí con culpabilidad mirando a Miriam. Le digo a Ana que lo dejamos para mañana y ya está

Miriam se agachó en ese momento ante Lola para intentar convencerla y así que yo no entrara en bucle

- Enana, ¿no quieres que vayamos Mary y yo a verte hoy? – le preguntó

- Sí, pero mami tamben

- Pero mami hoy no puede – respondió

- ¿Por qué? – preguntó esta vez mirándome a mí y fui yo la que se agachó ahora al lado de las dos

- Mami ha quedado con una amiga, ratona

- ¿y por qué no viene tu amiga? – preguntó sin entender

- Porque no puede, mi amor, te prometo que solo será hoy y que otro día vamos las dos a verte

- Vale... – respondió muy convencida

Miriam me hizo un gesto para que no me preocupase y aprovechó que Lola se fue a jugar con su tocaya para hablar conmigo

- Mimi, que no pasa nada, no siempre ibas a poder ir y cuando empecéis las funciones te va a pasar más de una vez

- Ya, pero por eso quería aprovechar ahora, no sé, siento que a veces por estar con Ana dejo de lado a Lola

- Qué exagerada eres – dijo intentando que yo me liberara de algo de presión – Mimi, tienes 26 años y todo el derecho a quedar con gente y seguir disfrutando, aunque tengas una hija, es así. Así que no te sientas tan culpable, además a Lola se le va a olvidar enseguida

- Qué difícil es todo – suspiré dejando que Miriam me abrazase para animarme un poco

Acompañé a las tres a la academia, tenía que hacer un pequeño desvío de casa de Ana, pero así me sentiría un poco mejor.

- Luego me enseñas todo lo que hayas aprendido, ¿vale ratona?

- Sí, mami – dijo muy concentrada

Le di unos cuantos achuchones y besos de despedida y me fui a casa de Ana intentando llegar a la hora. No se me hizo demasiado tarde, solo habían pasado cinco minutos de la hora prevista cuando llegué al edificio donde vivía la canaria. Llamé al interfono y respondiendo con un "yo" abrió la puerta. Cogí el ascensor para retocarme un poco el maquillaje y el pelo y cuando se abrieron las puertas ya estaba allí Ana esperándome.

- Siento haber tardado, crisis de última hora – respondí con una sonrisa

- No pasa nada, pero seguro que se te ocurre una manera para compensármelo – sugirió mientras me miraba de forma pícara

Me acerqué a ella, puse mi mano en su nuca y la besé con ganas mientras entrábamos en el salón

- Sí, definitivamente, ya se me ha olvidado todo – respondió una vez separamos nuestros labios y yo le daba esta vez un beso más casto a modo de respuesta. - ¿Te apetece una copa de vino?

- Nunca le digo que no a eso

Ana vino con dos copa y una botella y después de llenarla me la entregó

Mi trocito de MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora