El Hombre que no quería morir

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Se había vuelto mí propio cortometraje, aquél de terror del cuál no podía escapar. Dejando de lado todo lo hermoso tenía que volver de nuevo a la oscuridad para reencontrarme y volver a revivir aquellas historias de las cuáles siguen presentes en el lado más sombrío de mí alma. Pecar simplemente se había vuelto rutinario ¿Quien era yo para negarlo? Me amaba por como era y a su vez me odiaba, mis contrapartes se detestaban, una buscaba su felicidad mientras que la otra trataba de hundirme en un océano tán profundo del cual evitara salir, ma encargada de que no pudiera ver la luz que había con claridad y se disipara por cada metro que me iba hundiendo. De nuevo hacia la ciudad como ahora el encargado de cazar a quiénes se opusieran a mi realidad. Con un arma cargada en su estuche que colgaba de mi cintura y caminaba hacía aquél lugar desconocido para las balas, encargadas de hacer sufrir para quiénes no quisieran ayudarme a obtener lo que quiero. Mi pulso dejó de temblar y está vez iba decidido, de nuevo me preguntaba sobre quién era yo y esa respuesta baila por mí mente una y otra vez por cada segundo que pasaba. Mi maldita prisión siempre será mi mente.
Tenía un nombre en la mira pero antes debía de encargarme de un asunto primero  aquél que fué a visitarme en mi cuarto cuándo me recuperaba y era momento de que André respondiera a mís preguntas. Se estaba ocultado el sol y el clima se estaba tornando oscuro y frío iré en el auto. De vuelta por aquél camino hasta el, e irme. La sensación que iba marcando mi pulso se escuchaba cordinada junto mi respirar y la naturaleza ¿Como es posible que una bestia se compare con tanta tranquilidad? Las aguas calmas no siempre son lo que aparentan ser, y como en cualquier ciclo de la vida, se necesita una víctima y una bestia que se encargue de devorar aquello que encuentre cuándo tiene hambre. El viento empezó a soplar con fuerzo justo antes de que entrara al auto, creo que será mejor cambiar de vehículo para poder moverme con más facilidad.
Es increíble como el viento puede tornarse tán violento para meser tán fuerte cada árbol de este bosque pero bueno, no tengo tiempo para observaciones. Encendi el auto y empecé a conducir hasta incorporarme de nuevo hacía la autopista y de nuevo volvía a mí aquélla emoción pero de una manera diferente, aceleraba, me emocionaba, esto siempre trae consigo tanto caos ¿Como no amarme? ¿Como no tenerme miedo? Esta euforia solo causaba que la sonrisa en mi rostro fuera tán pura; maldito sentimiento sangriento. Me dirigía hacía un nuevo bar dónde posiblemente encuentre pistas sobre un cabrón falsificador. No está mal, su nombre es Johan y al parecer lleva años de estar trabajando en falsos documentos y lavados de dinero. Será divertido. Lleva varios años huyendo de la policía, veremos que tán bien se le da de huir de mí, no soy alguién que le gustar estar dando rodeos, un simple ayuda al estado, una pequeña limpia de quiénes se creen los reyes de aquí pero nadie podrá subir más que yo aunque nadie me conozca, al menos no aún.
La calle en la que se encuentra era debajo de un puente, algo abandonado, un lugar bastante innecesario. Por las aceras hombres que dejaron su humanidad lejos para formar parte de la mierda de todo este lugar, matándose entre ellos, que miserables. Dejé el auto enfrente mientras caminaba hacía la entrada.
- ¡¿Quien eres?! - Gritó uno de los hombres que estaban fuera. Seguí acercandome a la entrada sin decir ni una sola palabra.
- ¡¿Acaso quieres morir?! ¡Habla! - Al parecer no le importa que el que va a morir sea él.
- ¡Maldito! - Se acercó corriendo con una navaja en su mano derecha. Impulsó su mano derecha directamente hacía mi estómago pero logré tomarle el brazo, y con su mismo impulso golpearle con mi codo en la cara rompiéndole la nariz. Este cayó al suelo mientras sangraba y la cuchilla quedó en el suelo.
- ¿Quisiste matarme? Eso me da la opción de matarte aquí mismo. Es justo ¿No? - Le dije mientras me agachaba y rejuntaba el cuchillo.
Él seguía en el suelo mientras se quitaba la sangre con la mano.
- Haz lo que quieras. No tengo nada que perder.
- ¡Idiota! No sabes la oportunidad que tienes. Quizá no tienes nada que perder pero sí ganar.
- ¡¿Como?! Si nunca serví para nada, siempre fuí la basura que vez ahora.
- Sabes como funciona la calle, y debes de saber y conocer bastante. Y necesito a alguién como tú.
- ¿Que necesitas? - Dijo mientras se ponía de pie.
- Te daré hospedaje, comida, dinero, sí me informas y me das pistas sobre personas.
- Como rata... - Suspiro
- Decide ahora.
- Yo no quiero morir, ni vivir muerto. ¿A quién buscas?

Mariposa AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora