Muerte a la rata

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Aún faltaba algo para nuestro destino, el clima se estaba tornando frío y tenso para Marco. Yo me mantenía en mi propia plenitud, manejando y con la mirada fija delante. Un sonido de fondo retumbaba, un sonido hueco pero persistente, bombeaba cada vez un poco más y se volvía persistente. Volteé a ver hacía atrás para ver si era Marco, pero este permanecía sentado y quieto, no pareciera que fuera él como para que creara ese sonido. El silencio se detenía hasta por ciertos lapsos de tiempo para poder prestarle atención también; no lo entendía. Unas pequeñas gotas de lluvia caían sobre el parabrisas, ya estába haciendo frío, se volvía incómodo e incompatible conmigo. Mi frustración se estaba mezclando con un serie de emociones, que hasta mi propia mente se perdía ¿Que era lo que sentía? El sonido seguía, se escuchaba más fuerte. No sabía en que consistía, y buscaba con mi mirada algo que explicara tal fenómeno. El aire, la lluvia, Marco, el silencio, era todo y a su vez no era nada, no era lo que yo buscaba; me estába mareando. Encendí las luces del auto, junto con la lluvia se había unido a la neblina, y la visibilidad del camino se estaba empezando a perder por completo. Se empezaba a hacer sumamente tarde, y la neblina se volvía mucho más espesa, por lo que me obligó a orillarme al lado del camino. Apague el auto, y como si no tuviese ojos, sólo había más oscuridad, tanta que no podía ver ni mis propias manos. - Silencio sepulcral, sin luz que irredie el camino, no había más y solo llegaba a un solo destino ¿Que esperaría de tí sinó es más que soledad? Es duro saber que contigo aún puedo contar. - Pensé. Mientras, Marco se había dormido, no quería existir, su casí vacía presencia era lo único que proseguía a seguir respirando, suave y cautelosamente. No quería irrumpir tal momento tán cautivador, vería como un intruso así que solo esperé, a que pasara el tiempo. Es algo ilógico como se puede cambiar tanto calor a por su contrario. Miraba al frente, en busca de ese algo que despistara todo pero no había nada; me estába empezando a sentir cansado, mis ojos estaban empezando a caer, mientras empezaba a luchar contra mí mismo y no quedarme dormido. Sería fatídico, pues dejaría que Marco tomara la oportunidad de escapar. Nadie quiere eso ¿O sí?
Las lágrimas del sueño caían por mí mejilla, dándome un beso de buenas noches, las gotas que marcaban paso a su caída, gritaban inconscientes hacía mí sueño y un intento desesperado por no dormir me hizo pegarme frente al volante, tocando el claxon hasta despertarme por tal estrendoroso ruido. Me hice tirado para atrás en el momento, y quien me acompañaba en el auto se había despertado de su transe.
- Dime algo Marco ¿Que quieres?
- Solo quiero, que me dejes ir. - Suspiró.
Me quedé callado y el sonido hueco volvía a tomar protagonismo en el lugar. Bajé del coche y me recoste y así mismo abría Marco la puerta trasera del auto pero él se quedó sentando dentro.
- Entoces quieres vivir ¿Porque?
- ¿Y porque no? Sí puedes tener mucho de lo que quieres, dinero, drogas, fiestas, viajes, casas, coches. Aquí está la felicidad.
- Entonces para tí esa es la verdadera felicidad.
- Y no solo eso, pueden obtener más si quieres. Vivir tú vida como quieras. Podría darte mucho dinero, meterte a trabajar conmigo y darte beneficios.
- No sabes lo que quiero ni muchos menos lo que estoy buscando.
Alguién tán superficial no podría llegar y decirme que es lo que tengo que hacer ni como vivir la vida. Una vida comprada pero falsa, y tengo mucho dinero, más de lo que creé que podría tener y podría estar viviendo mi vida llena de lujos pero no me gusta lo fácil. No es para mí, una vida de mediocres que creen controlarlo todo pero son tán inútiles que mandan a otros a hacerles su vida, y no cometer errores, personas así, sólamente me dan asco. La escoria de la sociedad muchas veces se piensan que son aquellos que no tienen nada, esos que viven en la calle, pero ellos al menos luchan cada día por conseguir su propia comida. Mendigan, se hieren, se siguen hundiendo así como posiblemente lo hacen ellos.
- Dime sus nombres.
- ¿Que nombres? Dijo extrañado.
- Aquellos que una vez trabajaron contigo.
- Acaso te servirá de algo. No sé para que quieres...
- ¡Escuchame bien idiota, pedí que me contestaras cada maldita pregunta! Así que contesta ¿Cuales son sus nombres?
- Eres alguién muy persistente ¿No? Pero está bien. Se llaman Vaneza y Saúl. Ahorita ellos no se encuentran aquí, están fuera, pero posiblemente vuelvan dentro de un tiempo. Claro, si me dejas vivo yo...
- Gracias, porque así mismo, me has entregado a aquellos en los que una vez confiaste.
Cerré el auto y me dirigí a la parte trasera del auto y saqué unas sogas, encendí las luces del auto.
- ¿Sabes algo divertido? Mi manera de vivir la vida no es como la tuya sin sentido, espero que te hayas divertido mucho aquí.

Mariposa AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora