Capítulo 19

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Jungkook fue el primero en llegar al lugar de encuentro a pesar de haber pasado primero a dejar el efectivo extra con el que se quedó de su incautación forzada en los andenes del norte. Eso estaba fuera de los registros tanto para Suga como para el hombre que lo citó en aquel lugar. Sus hombres permanecieron a una distancia prudente, no los iba a dejar llegar hasta que no estuviese asegurado del todo y viera que eso no era una encerrona.

Parecían necesitarlo vivo, mas no se fiaba de eso. Nadie era imprescindible y sabía perfectamente que si dejaban de necesitarlo o simplemente si aquello se trataba de hacerlo entrar en confianza para que bajase la guardia y poderle poner fin a su vida, no se lo pensarían dos veces y en un sitio como ese, todo era mucho más fácil. Tenía bien claro que cualquier lugar era perfecto para un crimen pero, mejor no arriesgarse.

Hacía un frío que rajaba incluso hasta las piedras. Dejaba salir el aliento sobre sus manos para luego frotarlas rápidamente para que se tibiaran un poco. Controló la hora de su teléfono una vez más, cansado de esperar por Taehyung sentado en esos asientos. La luz que traspasó los cristales iluminando temporalmente su interior le dejó saber que finalmente había llegado. Observó por la ventana, ese hombre mantenía siempre un aire tan insoportable a su alrededor que, por algún motivo, deseaba incomodarlo aún más.

Su forma de darle órdenes como si fuese cualquier oficial de menor rango bajo su mando. Sus miradas llenas de disgusto y algo más oculto que todavía no lograba descifrar bien. Sus pasos se sintieron en la escalerilla del vehículo indicándole que ya había subido, viéndolo como buscaba asiento al otro lado del bus. Todavía no entendía por qué tenían que reunirse tan lejos de Seúl.

— Tú dirás, tengo entendido que has conseguido todo lo que te solicité. — La profunda y seria voz del agente Kim resonaba en aquel autobús abandonado a las afueras de Ulsan. Su gélida miraba que ignoraba al convicto que a su lado estaba mientras que con disgusto y fastidio miraba por la ventanilla, asegurándose de que no hubiera nadie en los perímetros. — Al menos fue eso lo que dijiste por teléfono, espero que no me estés haciendo perder mi tiempo. ¿Lo hiciste?

— Por mis huevos que sí. — Con autosuficiencia y tono apático respondió mirando por la otra ventanilla. — Para mí eso es pan comido, a eso me dedicaba. — Sus miradas no se cruzaban en lo absoluto, la baja temperatura hacía visible su respiración, como si sus bocas y narices humearan constantemente. — Pero pues, la pregunta no es esa. La pregunta es, ¿quién va a distribuir el armamento?

¿Por qué estaba hablando como esos delincuentes de poca monta? Jeon nunca solía hablar de forma tan prosaica, no es que realmente le afectara pero, era extraño. Solamente por un segundo el agente lo miró para rápidamente volver a desviar su mirada. — Por eso no te preocupes, hay gente dentro de la NIS y CIA que trabajan de manera encubierta. Eso ya está en marcha. Ellos se harán cargo también del resto de los movimientos como si fuésemos nosotros. Ya daremos las caras cuando sea necesario.

¿NIS y CIA? Eso le confirmaba que él no era un simple comisario. Si los gobiernos se estaban tomando tanto trabajo, debía ser algo muy gordo y eso de cierta forma lo preocupaba aún más. La CIA era una de las agencias de inteligencias más sucias, que disfrazaban los actos más atroces a su conveniencia, lucraban más que cualquier mafioso, narcotraficante, político o delincuente. El verdadero sistema de igualdad, protección y todo lo que fuera por el bien de la humanidad y no de unos pocos que lucraban con ello estaba tan jodido, que por ello prefería a veces ignorar las noticias y todo lo que escuchaba en la prisión.

Los medios eran manipulados, publicaban lo que deseaban, quienes se atrevían a utilizar la supuesta libertad de expresión y derecho periodístico para exponer arbitrariedades, engaños y cualquier corrupción que a las altas esferas no le interesara revelar, terminaban siempre pasándola mal e incluso perdiendo todo, hasta sus vidas. Todo era una pantalla de humo, mientras mostraban obras para mejorar la vida de los seres humanos en la tierra, le sacaban por otro lado hasta sus almas y con ellas hacían una fiesta.

LiquidatorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora