Existía una regla que aún sin ser pronunciada, Min Yoongi aprendió a la semana de conocer a quien se convirtió por años en su compañero, aliado e incluso amante cuando tomó sin permiso el arma que él mismo le había entregado. Cuando el cañón de esa pistola apuntó su frente en un abrir y cerrar de ojos, viendo la furia y posesividad emanando del cuerpo contrario, supo que odiaba cuando tocaban sus cosas. Sabía que la mayor regla entre ellos no era el ser sinceros y leales. La mayor de todas esas reglas, la mayor de las leyes era que, lo del Liquidador, no se toca.
Por esa sencilla razón él no movió un solo dedo en contra del hombre que hora atrás había mandado a buscar, si realmente Taehyung era su hombre, él no podía tocarlo por mucho que lo deseara cubierto de moscas y gusanos pudriéndose en algún alcantarillado.
Sin embargo, para él, había una regla que no dejaba de lado ni siquiera por su mejor amigo o el hombre que por años amó. No se perdonaban traiciones, así vinieran del pelinegro, él pondría una bala entre sus cejas y suponía que el contrario haría lo mismo si supiera lo que hizo años atrás, dejando de lado el tener al hombre que amaba bajo esas cadenas.
— Liquidador... — Musitó sabiendo que ese probablemente sería un duelo a muerte en el que él no saldría con vida.
— ¿Qué has hecho, Suga? ¿Qué hiciste?
Jung Hoseok se removió en su silla sin poder ocultar su temor, intentando mover sus manos para liberarse por primera vez desde que fue encadenado a esa silla. No se esperó que el pelimenta decidiera ir tras quien fue su agente, no creyó que a esas alturas descubriera que fue un infiltrado porque sinceramente aquello jamás fue según lo planeado.
Kim Taehyung jamás fue un chico bueno pretendiendo ser malo en una infiltración. Con el caso del Liquidador confirmó sus sospechas de que era totalmente al revés. Él fue siempre un chico malo pretendiendo ser bueno y quizás por eso siempre se le dio tan bien estar entre criminales e infiltrarse sin sospechas. A decir verdad, si él le diera por completo rienda suelta a su verdadero yo, sería igual o más peligroso que Jungkook. ¿Psicópata el Liquidador? No, psicópatas él y su pareja aunque el término verdaderamente no les hiciera justicia porque no mataban por matar o placer, mismo si sintieran satisfacción muchas veces en ello.
El castaño observaba en silencio a los dos socios observándose, apuntándose con un arma y sintió como una vez más se enamoraba de su convicto. Nunca deseó ser salvado, cuando lo necesitó en el pasado nunca nadie estuvo ahí para él. Sin embargo, una vez más, ahí estaba ese hombre poniendo en la línea su vida para salvarlo a pesar del turbio comienzo que tuvieron.
Él pudo haber acabado con la vida del líder de Los Cocodrilos minutos antes y aún así, no lo hizo. No se sintió indefenso, atrapado o sin salida del todo pero viéndolo, sentía como si verdaderamente la puerta de la libertad viniese siempre junto a él.
Nunca se había sentido más feliz que desde que comenzó a experimentar emociones de la mano de ese pelinegro. Jamás se había alegrado tanto de saber que alguien cuidaba su espalda sin dejarlo a la deriva.
— Sé que ahora mismo pides mi cabeza, — habló Yoongi manteniéndole la mirada, sus dedos aferrados con fuerza a su arma mientras aparentaba una calma que no tenía porque su corazón estaba a punto de abandonar su pecho. — Sin embargo, te aconsejo que me escuches primero y si después deseas liquidarme, eres libre de hacerlo.
Yoongi fue el hombre que curó sus heridas y le dio refugio cuando andaba huyendo. Le dio un techo, fuerza y un nuevo propósito de vida cuando en todo lo que podía pensar era en acabar con ese martirio enviándose a mejor vida junto a los padres que creía haber matado. Se convirtió en la familia que ya no tenía e incluso un poco más. Lo vio matar por él, recibir balas por él por eso en su corazón, él siempre ocupó un lugar especial.
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Liquidator
AçãoJeon Jungkook alias Liquidador, es el asesino serial más joven de Corea del Sur, con una extraordinaria inteligencia y está cumpliendo cadena perpetua en una de las cárceles de máxima seguridad del país. Con apenas veinte años fue condenado sin que...