Capítulo 37

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Fue extraño que él no se diera cuenta del momento en el que el agente Kim se levantó de su cama, él era una persona que apenas dormía y siempre se mantenía con un ojo abierto y el otro cerrado. Cuando abrió los ojos y se percató de que este no estaba a su lado, un extraña premonición que coló en su cabeza. Se levantó y buscó en la vivienda, también se asomó para ver por los alrededores pero definitivamente él no estaba por todo eso.

Frunció su ceño frente a la situación y regresó al interior, percatándose de algo que no había notado antes. Faltaban varias de las armas que dejaron sobre la mesa y uno de los maletines negros. Era evidente que su desaparición fue planeada lo único que no encajaba era la forma en la que durmió. Se sentó sobre la cama viendo el vaso de agua que bebió antes de acostarse.

— Oh no, tú no lo hiciste... — Musitó tomando el vaso en la mano, no habían restos visibles pero no le hacía falta ser adivino para descifrarlo.

Taehyung lo había drogado y ese fue el motivo por el cual durmió tanto de forma profunda. Estrelló el vaso con fuerza contra la pared y se levantó enojado. ¿Toda lo sucedido fue una maldita actuación para hacerle bajar la defensa? Jodidamente listo y él un idiota que se dejó enredar en el truco más antiguo.

¿Qué tanto tenía que hacer que necesitó drogarlo para salir sin ser notado? Definitivamente era algo que no quería que supiera pero no tenía tiempo para detenerse a pensar en ello. Él también necesitaba respuestas, no fue a Busan solamente por Taehyung y quizás a este le sucedió igual. Cada uno tenía sus propias agendas aunque no podía negar que en algún momento comenzó a poner la del contrario por delante de la suya.

Hizo una barrida a todo el lugar antes de cerrar la puerta con su maletín al hombro y un idea fija en su mente. Se aseguró de tener en su poder las llaves necesarias y se encaminó hasta cerca del mar donde se encontraba el vehículo que utilizaría.

— ¡Perdone! — Se disculpó el hombre que chocó contra él y se alejó rápidamente hacia otro vehículo y desapareció.

Todo fue en fracciones de segundos pero cuando observó su mano, vio dos cosas en ellas. Un trozo de papel y un diminuto frasco transparente con un chip en su interior. Ese choque no fue un accidente pero no pudo verle la cara al sujeto que le entregó aquello que tenía en sus manos.

Entró en el automóvil dejando a su lado el maletín con sus armas y volvió a mirar lo que tenía en la mano. Tomando el móvil introdujo el chip para mirar la información, encontrándose con un nuevo video de sus padres pero esta vez junto a antiguo primer ministro de Corea, el abuelo de Mingyu.

Ese no fue el único video dentro de ese minúsculo dispositivo, en este, no había nada de sus padres sino él mismo siguiendo a una de las mujeres asesinadas por él. Recordaba perfectamente su cara porque le mostraron fotografías de todas sus víctimas mas no recordaba estarla siguiendo como allí mostraba. Alguien se tomó el tiempo de grabarlo hasta que él entró a la residencia y luego de quince minutos salió.

Se vio colocarse una capucha negra y salir caminando sin expresión evidente en su rostro. Estaba seguro que era él pero a su vez, parecía ser otra persona. Cuando el video estaba por terminar se dio cuenta de algo que había estado ignorando, amplió la imagen negando lentamente al identificar al sujeto que parecía haberlo estado siguiendo a la distancia. Retrocedió toda la reproducción hasta el comienzo, centrando su atención en ese rostro tan jodidamente familiar.

— ¿Kim Mingyu? Vaya... — Dejó escapar una sonrisa irónica mientras su lengua repasaba sus labios lentamente. — ¿Cuál es tu ficha en este tablero de ajedrez?

Volvió a ver los videos parare si captaba algo más pero en ese momento no lo hacía, así que abrió el enlace que quedaba por revisas. Solamente había una página en blanco con un pequeña ranura donde debía poner la contraseña. ¿Cuál contraseña? Miró de soslayo el trozo de papel que se encontraba a su lado, introduciendo el largo número que allí aparecía.

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