Capítulo 36

15.2K 1.8K 2.3K
                                    

Una extraña paz, esa que se siente con un pálpito de que puede ser el último momento tranquilo durante un buen tiempo era lo que sentía Taehyung mientras el convicto conducía. Salieron de madrugada en dirección a Busan, a esa hora el tráfico era mucho menos denso y ayudaba a que el trayecto se cubriera más rápido.

La temperatura era baja y, a pesar de la calefacción tenue para evitar dormirse o cansarse sentían el frío deambular. El termómetro del vehículo que marcaba los grados de la zona por la que iban transitando, ellos hubieran podido sacar fácilmente un aproximado de esta sin necesidad del termómetro.

Es que los cristales se llenaban de escarcha y la neblina auguraba que posiblemente estaría nevando en un par de horas en la ciudad. El silencio ayudaba a organizar ls ideas a mantenerse enfocados y en calma, aunque ellos tenían prohibido sentirse así. 

Ambos miraron por sus respectivos espejos antes de repetir la misma acción en el retrovisor. Simultáneamente se observaron por el reflejo, comunicándose sin necesidad de verbalizar. Jungkook aceleró y el castaño cargó su arma, los estaban siguiendo.

Había que ser idiota para no darse cuenta, mucho más a esa hora donde casi no habían vehículos para camuflarse. Justo antes de que tomaran la desviación a la autopista, un auto había estado detenido fingiendo estar atareado al que ambos ignoraron pero no del todo. Un minuto después el mismo Sedán negro que pudieron reconocer por las luces, apareció en su campo de visión y los había estado siguiendo claramente en un juego en el que fingían adelantarlos para luego quedarse atrás.

Lo comprobaron con facilidad, las veces que se desviaron de la autopista principal ellos también lo hicieron. Ese era el motivo por el cual en esos momentos Jungkook se estaba adentrando en la ciudad de Suwon, no como la capital pero seguía conociéndola bastante bien a pesar de los años y brevemente lograron perderlos de vista antes de retomar su camino.

— ¿Alguna idea de quiénes eran? — Preguntó Taehyung dando un último vistazo antes de dejar el arma en la guantera de

— ¿En serio agente?

Ambos se rieron por alguna extraña razón porque conocían muy bien la respuesta, quizás no conocían a quienes conducían pero sí por los que fueron enviados. No tenían que ser adivinos.

— ¡El gobierno! — Exclamaron los dos a la misma vez.

— Es difícil adivinar qué institución u órgano específico dio la orden, quizás la persona que está orquestando todo ni siquiera sea del gobierno sino un mafioso con fuertes enlaces y contactos, pero de igual manera, está claro que fueron enviado por ellos. — Cambió la velocidad mirándolo de soslayo. — No te incomodes pero la mayoría de los oficiales del gobierno son unos imbéciles ineptos.

— No lo voy a negar. — Admitió Taehyung. — Dormiré una hora, luego conduciré el resto del camino.

Se acomodó en su asiento cruzando sus brazos, acababan de pasar por lo que sabía no sería el primer escalón de adversidad que encontrarían en ese viaje pero realmente necesitaba cerrar sus ojos por al menos una hora y podría recargar fuerzas. No tenía certeza de qué era lo que encontrarían en Busan pero definitivamente no estaría al cien si sus ojos no se cerraba unos minutos.

— Que baja resistencia para un agente de élite que pertenece a dos grandes corporaciones de inteligencia. Me siento estafado, ¿estás segura que no eres un simple policía más fuera de su jurisdicción?

— Vete a la mierda, convicto. — Murmuró sin mirarlo, perdiéndose la ladeada sonrisa que se dibujó en el rostro del conductor.

Jungkook peinó su cabello, subió unos grados más la calefacción del vehículo al verlo buscar acomodo con sus brazos en silencio y aumentó la velocidad. No necesitaba ser cubierto durante tan pocas horas de viaje que podía manejar perfectamente. Posiblemente recibirían una multa de tráfico, al menos el dueño del vehículo que estaban conduciendo porque el exceso de velocidad fue casi tenebroso. Aún con los desvíos, un viaje que estaba supuesto normalmente a durar cuatro horas y media, se hizo en dos con cuarenta minutos.

LiquidatorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora