12. ¿Acoso?

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Andrea

Me levanto como todas las madrugadas, a las 5:00 am. Gracias a Dios mi reloj mental es muy efectivo. Me visto con mi típica ropa de licra y voy al baño para lavarme la cara y los dientes, lo cual conlleva unos cinco minutos como máximo. Después de eso, me hago un moño y busco el mat de yoga que tengo enrollado bajo la cama. Salgo de mi dormitorio con el rollo bajo el brazo y voy hasta el jardín trasero, sólo iluminado por las pequeñas luces de patio. Lo mejor de hacer esto a esta hora es que todos los vecinos duermen y hay casi un silencio total.

Coloco el tapete en la única área con pasto e inicio con los estiramientos previos a la actividad que realizaré. Inicio con la posición de árbol y voy variando con total cuidado distintas poses hasta quedar en la postura de arco. Esta posición realmente me llena de energía, además de que me ayuda a aliviar molestias en la zona lumbar.

Después de unos minutos de cuidadosos y lentos movimientos llego a una de las posiciones que me ha resultado verdaderamente difícil de conseguir. La posición de cuervo. Mantengo la concentración en la fuerza de mis brazos y trato de mantener el equilibrio controlando mis inhalaciones y exhalando con lentitud.

Sólo unos minutos más y termino con mi sesión diaria. Levanto el tapete, que ahora está un poco mojado por la parte de abajo debido al rocío del pasto, y lo dejo extendido junto a la puerta de la cocina. Bebo un poco de agua y voy a mi dormitorio para empezar a alistarme.

Busco en mi ropero lo que usaré hoy, aparte de la camiseta gris tipo polo, unos jeans azules y ropa interior cómoda, y entro al baño para asearme.

Después de varios minutos, ya estoy de nuevo en el dormitorio con la toalla enrollada alrededor del cuerpo. Termino de secarme, me visto y después de dejar la toalla extendida en el toallero del baño, regreso al dormitorio y tomo el peine de dientes gruesos de mi mesita-tocador. Deslizo el peine entre mis cabellos repetidas veces para deshacer cualquier nudo que pudiera haberse hecho durante la noche. Mi cabellera es lacia pero no completamente lisa, además mi pelo es grueso y no delgado, todo eso está bien para mi, pero a pesar de todo, lo he cortado varias veces desde que era niña. Me hago una sencilla coleta alta, dejando al igual que siempre, mi denso flequillo caer sobre mi frente y voy a la cocina para preparar el desayuno que llevaré hoy al gimnasio.

Hay arroz con verduras de ayer así que eso estará bien con un filete de pollo a la plancha. Dejo un poco de arroz en el horno para que se caliente y empiezo a preparar el filete de pollo. A los pocos minutos mi madre entra a la cocina.

— Buen día, hija.

— Buen día. —le respondo a mi madre con una sonrisa.

Mientras que ella se ocupa de hacer el desayuno para papá y ella, yo termino con la preparación del mío. Finalmente, tras unos minutos guardo todo en un recipiente que logre mantener el calor por el mayor tiempo posible y me pongo a preparar suficiente café para tres personas.

A los pocos minutos mamá empieza a servir el desayuno para ellos dos y mientras yo bebo una taza de café acompañado de una dona, y nada más termino, voy a lavarme los dientes otra vez pues no quiero pasar toda la mañana con sabor a café en mi boca.

En unos tres minutos vuelvo a la cocina para despedirme, ya llevando mi bolso colgando del hombro, y encuentro a papá y a mamá empezando a desayunar.

— Hola, papá. —lo saludo y voy a tomar un tenedor.

— Buen día, Andi. —me saluda él con su tan conocido buen humor.

Envuelvo el tenedor en una servilleta de papel y lo guardo en mi bolso junto con el tupper de mi desayuno.

— Ya me voy. Adiós, mamá —me despido de ella, dejándole un beso en la frente— Adiós, papá. —le digo a él y me acerco a darle un abrazo.

— Que te vaya muy bien.

Compañeras de Departamento   [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora