MarcelaHoy fue una tarde de lo más ocupada para mí. Debía encontrar el atuendo correcto para esta noche, así que por tal motivo era indispensable ir de compras. El lado negativo es que siempre me lleva demasiado tiempo elegir un vestido que logre dejarme del todo satisfecha y la razón de que dicha tarea me resulte complicada no es mi particular selección exigente, no, la razón es otra: mi madre. No le basta con la suficiente presión a la que me somete cada vez que decide que la acompañe en estos eventos, sino que adicionalmente a todo, debo lucir elegantes vestidos que ella apruebe y denomine de buen gusto.
Tras esas largas horas, finalmente opté por un vestido de noche con un escote discreto. Después tuve que buscar el calzado adecuado, lo cual fue más sencillo, y debido a que afortunadamente cuento con un buen almacén de accesorios para combinar, no tuve que comprar joyería ni nada adicional. Volví a casa teniendo solo un par de horas para comenzar con todo un ritual de arreglo personal antes de tener que partir hacia el restaurant donde acontecerá la velada.
Me miro en el espejo una última vez mientras aliso mi vestido color vino y acto seguido veo la hora en el fino reloj de oro que llevo en la muñeca izquierda. Cielos, ya son las 7:20 pm. Será mejor que me marche ahora porque no querré llegar tarde y que mi madre me haga algún reproche disimulado frente a los invitados. Inhalo y exhalo aire, tomo mi bolso de mano a juego con mi joyería y mis tacones, y me dirijo hacia la puerta.
Salgo de mi alcoba y recorro el largo pasillo entre las habitaciones hasta llegar al extremo superior de las escaleras. Empiezo a bajar y durante el descenso uso mi mano libre para apoyarme del moderno barandal. No alcanzo a pisar el último peldaño cuando veo a Victoria saliendo desde el salón. Ella está luciendo un traje muy formal conformado por pantalón y americana, ambas prendas exteriores en azul oscuro y ceñidas a su cuerpo.
— Ya era hora. —murmura en voz suficientemente alta para que la escuche.
Antes de responderle, termino de bajar posando mis tacones en el piso de mármol, entonces también me percato de que ella se ha maquillado. Ella no suele usar maquillaje, excepto por la sombra y la máscara para pestañas que utiliza para hacer resaltar sus ojos, sin embargo, esta noche sus labios en un tono carmín claro hacen un sobresaliente contraste con sus iris índigos.
— Te ves muy elegante y atractiva. —le hago el cumplido, aún sin saber si ella aún conserva el enfado hacia mí.
— Eso lo sé, Marcela, me veo maravillosamente sensual. —se jacta con vanidad, deteniéndose a varios metros frente a mí.
— ¿Vas a salir? —pregunto curiosa.
— Sí. Iré contigo a la dichosa cena. —responde mal humorada.
A pesar de su expresión, escucharla decir que me acompañará me hace sorprenderme, pero ante todo no puedo contener una sonrisa.
— Creí que no me acompañarías. —menciono emanando alegría.
— No quiero hacerlo, pero sé que no sobrevivirás sin mí. —expone y esboza una de sus típicas sonrisas engreídas.
— Te lo agradezco mucho.
— Debemos irnos ya. —manifiesta con impaciencia, dejando de lado el sincero agradecimiento— La tía Miranda te amonestará si eres impuntual.
— No me parece divertido tu comentario. —profiero y giro hacia mi izquierda, empezando a caminar.
— A mí sí. —la escucho decir detrás de mí.
Victoria y yo alcanzamos juntas la enorme puerta principal y ella se adelanta a abrir para salir apresurada. La sigo y una vez estoy en el exterior, siento la fría brisa nocturna acariciar mi rostro. Vivir junto al mar es espléndido, pero por desgracia no gozo de tanto tiempo libre como para disfrutarlo.
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Compañeras de Departamento [Editando]
RomanceNatalia solo quiere un trabajo estable, y con suerte, encontrar el amor. Samantha es odontóloga y tiene novio, pero no está segura de si él es el indicado. Esta historia cuenta el día a día de varias chicas, con personalidades diferentes, con pasado...