18. ¿Celos?

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Natalia

La persona que me ha cubierto los ojos me suelta y se aleja, y yo volteo rápidamente casi dispuesta a golpear a quien haya tenido la osadía de tocarme, pero lo que encuentro es una sonrisa bastante conocida debajo de unos ya también muy familiares ojos color avellana. Debí suponer que quien me cubrió los ojos era alguien que yo bien conocía y con quién podría tener ese nivel de confianza.

— ¡Andi! ¿Qué haces aquí?

— Lo mismo que tú. —es la audaz respuesta de Andi, quien enseguida levanta del piso una canastilla con algunos artículos de higiene personal.

— Estaba a punto de golpearte. —confieso— No imaginé que fueras tú.

— Estaba en el pasillo de belleza y me pareció ver un despampanante cabello rizado. —me explica sonriendo.

Sonrío también y en ese momento se escucha que Sam se aclara la garganta y rápidamente volteo hacia ella que está al lado mío.

— Perdón. —me disculpo con las dos, pero prioritariamente con Sam.

Esto de hacer presentaciones no es mi fuerte, pero supongo que es necesario porque sería muy descortés que no presente a Sam con Andi.

— Ella es Sam. —presento primero a Sam, regresando la mirada a Andi— Samantha. —corrijo— Mi... compañera de departamento. —termino de decir, mirando a Andi con una expresión seria pues ella bien sabe lo que me pasa con Sam, y veo que enseguida mi amiga levanta una ceja sin que se borre su sonrisita— Sam, ella es Andi. —regreso la mirada a Sam— Eh... Andrea es mi compañera de trabajo. Y amiga. —agrego.

— Hola. —la saluda Sam.

— Hola. —responde Andi simplemente.

Y sin saber por qué, se forma un silencio entre las tres el cual se vuelve bastante incómodo.

— Debo pagar esto. —habla Andi enseguida, elevando ligeramente su canastilla y refiriéndose a lo que hay en ella.

Supongo que ella, al igual que yo, también quiere acabar con el ligero momento de incomodidad.

— Sí. ¿Oye, qué harás más tarde? —pregunto antes de que se vaya.

— En realidad tengo planeado ir al cine.

— Ah. ¿Sola? —curioseo solo por molestar y sonrío.

— Sí, sola. —responde ella como si fuera algo más que obvio— ¿Por qué no vienes conmigo? Si no tienes nada que hacer, claro.

— Sí, me gustaría.

— ¿Quieres que pase por ti? —ofrece.

— Sí, claro.

— ¿En cuanto tiempo?

— ¿Dos horas estarían bien para ti? Es que van a instalar el aire acondicionado y no sé cuanto se tarden. —explico.

— Está bien. Así me da tiempo de arreglarme. Te llamaré cuando esté afuera del edificio.

— Okey.

— Nos vemos más tarde. —dice tocándome el brazo como despedida.

Andi da la vuelta y la veo empezar a alejarse caminando con direccion a la zona de cobro. A continuación giro hacia un lado, esperando encontrarme a Sam, pero ella ya no está aquí. Además de mí, en el largo pasillo sólo hay tres personas más eligiendo productos. ¿A dónde habrá ido Sam?

Sigo avanzando empujando el carrito hasta el final del pasillo esperando encontrarla y, para buena suerte mía, diviso esa incomparable melena rubia en la sección de lácteos. Avanzo rápido para acercarme a ella, sintiéndome acredora de algún privilegio al ser yo quién se encuentre de compras con esa preciosa mujer. Y cuando por fin llego junto a ella, le sonrío.

Compañeras de Departamento   [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora