14. ¿Sueño o realidad?

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Natalia

Poco a poco la conciencia se empieza a hacer presente en mí y lo primero que viene a mi mente es el maravilloso sueño que tuve. Soñé con una chica hermosa. Ella era rubia, ojos verdes y... ¡Espera! ¿Era Sam?. Sí, definitivamente era Sam. Yo soñé que ella y yo... nos... besábamos. Fue un beso realmente exquisito. Aún puedo sentir la suavidad y el sabor de sus labios. Aún puedo sentir toda esa maravillosa sensación que me provocó. Todo ese cosquilleo corriendo por mi cuerpo. Aún puedo sentir su cercanía, su calor, su respiración sobre mi boca... ¡Espera, ¿qué?! ¿Su respiración? ¿Su calor?

Por fin abro los ojos lentamente y la poca luz que entra a través de la cortina me permite ver el hermoso rostro de Sam a centímetros del mío. Ella y yo estamos... ¡abrazadas!. Lo asimilo ahogando un grito de sorpresa, miedo, emoción, todo junto. Nuestras respiraciones chocan y observo su rostro unos segundos. Ella se ve preciosa mientras duerme. Esas casi imperceptibles pequitas de su nariz me hacen querer acercarme y besar cada una de ellas. ¡Basta ya! ¡No debo pensar en hacer eso! Y sus labios... Esos labios con los que acabo de soñar. Esos labios que fueron míos en sueños y que si me acercara sólo un poco más... ¡Necesito alejarme de ella antes de cometer una locura!

Busco salir de la situación en la que me encuentro antes de que mi fuerza de voluntad se quiebre por completo, pero mi brazo está atrapado debajo del torso de Sam y si intento sacarlo ella podría despertarse. Y ahora que lo pienso, algo no está bien aquí. Hay demasiada luz en la habitación, ¿Qué hora es?
Como puedo me estiro al máximo siendo cuidadosa y tomo mi teléfono del buró. Enseguida enciendo la pantalla del dispositivo y veo la hora. ¡Maldición! Me levanto de un salto, empujando a Sam en el acto, haciendo que se despierte.

— ¿Qué pasa? —pregunta aturdida con voz adormilada.

— ¡Es tardísimo! —exclamo y salgo corriendo de la habitación.

Cruzo el pasillo en dos segundos y al entrar a mi habitación, lo primero que hago es ponerme la ropa de ejercicio, después me sujeto el cabello en una coleta mal hecha y tomo mi bolso deportivo. Sin detenerme a reflexionar en nada salgo de mi habitación y atravieso el pequeño pasillo y toda la estancia a máxima velocidad. Llego a la puerta de entrada y salgo a toda prisa del departamento.

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Ya en la calle camino apresurada y en partes corro por la acera. Intento no pensar en Sam ni en el sueño y concentrarme en una buena explicación por llegar tarde al trabajo, pero no se me ocurre nada. Cuando por fin entro al gimnasio están dando las 7:30 y para más mala suerte mía una de las dueñas se encuentra con Andrea en recepción, pero agradezco infinitamente que quien acompaña a Andi sea Marcela y no Victoria.

— Buenos días. —saludo, tratando de controlar mi respiración.

Un buen día y un buenos días recibo como respuesta por parte de Andi y Marcela, respectivamente.

— Lo siento, se me hizo tarde. —digo tratando de explicar.

— Sí, ya lo veo. —dice Marcela mirando la hora en su reloj de muñeca.

— No volverá a ocurrir. De verdad que no.

— Andrea me ha dicho que eres una persona muy puntual así que por esta vez lo dejaré pasar, pero que no se convierta en un hábito. —me advierte con cautela y una mirada seria.

— No, no ocurrirá de nuevo. —le aseguro.

— Que tengan un buen día. —se despide la rubia sin decirme nada más sobre mi tardanza y se gira para irse.

La veo desaparecer rumbo al pasillo que conduce al estacionamiento llevando unos documentos en la mano y suspiro aliviada al fin, relajándome un poco.

—  Gracias, Andi. Te amo. —dejo salir como comentario agradecido por haberme ayudado.

Compañeras de Departamento   [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora