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Marcela

Entro al estacionamiento del gimnasio, dejo mi Porsche aparcado en mi lugar reservado cerca de la puerta de acceso y bajo de él llevando el bolso Prada de piel Saffiano que elegí hoy. Cruzo el umbral de la puerta y avanzo raudamente con dirección a las escaleras para ir directo a mi oficina. Ayer después de revisar atentamente todos los currículums, hice una comparación minuciosa sobre la información de cada una de las aspirantes al puesto de instructora de aerobics, después realicé varias llamadas a los números de referencia de los antiguos empleos, pero eso no fue suficiente para elegir a una de las candidatas. En realidad, la única joven que destaca tendrá que quedar descartada por la causa de su despido en el anterior gimnasio.

Me siento bastante tensa hoy y es debido al estrés y a la falta de horas de sueño. Ayer cuando finalmente concluí mi jornada laboral, terminé llegando a casa alrededor de las diez de la noche y tomé un baño relajante, sin embargo eso no fue suficiente para librar la inquietud de no tener todo resuelto y no fui capaz de conciliar el sueño hasta varias horas después. Cielos, esta es la parte negativa de querer hacerme cargo de todo.

Una vez estoy en la segunda planta, ingreso a mi oficina cerrando la puerta de nuevo y me acerco a mi escritorio para después rodearlo hasta mi silla ejecutiva. Dejo mi bolso sobre la silla en lugar de sentarme en ella y tomo los seis currículums del archivador. Necesito tomar una decisión determinante porque al final del día debo haber contratado a dos jóvenes: una de ellas cubrirá el turno de la mañana y la otra chica el turno de la tarde.

Mientras sigo revisando la información escucho unos golpes en la puerta y después de pronunciar un adelante, veo entrar a Érica. Ella es quien prácticamente me está guiando. Lleva mucho tiempo trabajando aquí y encargándose de casi todo. Ella toma asiento sin esperar una invitación y empieza con una serie de propuestas respecto al mejoramiento del gimnasio.

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Después de que Érica me expone todas sus ideas mientras le escucho atentamente, de inmediato le hago saber que agradezco su empeño y que tendré en consideración todas sus propuestas, pero que por el momento no es conveniente iniciar nuevos proyectos sin antes asegurarnos de terminar los pendientes previos. Según mi experiencia esa es la única forma de mantener una buena organización y por lo visto ella se está adelantando demasiado a los acontecimientos.

Una vez que Érica se retira, vuelvo a los documentos de información sobre las jóvenes que han solicitado empleo. Sinceramente quien parece mejor capacitada para el puesto es esta chica llamada Cristal. A pesar de su poca experiencia, el encargado del gimnasio donde trabajó con anterioridad me dió una muy buena reseña respecto a su desempeño laboral, pero el motivo de su despido es lo que me inquieta. Si no fuera por ese pequeño gran detalle, la contrataría de inmediato. No obstante, quizás merezca una oportunidad.

¡Cielos, debo tener cubierto esto para el lunes y hoy es sábado y mañana no es día laboral! Entierro las manos en mi cabello al sentirme muy presionada y frustrada, pero inesperadamente la puerta es abierta bruscamente y levanto la mirada ante el sobresalto. Entonces, veo entrar a la única persona capaz de abrir de esa manera tan displicente. Esta mañana no viene sola porque la acompañan dos cafés de Starbucks que sostiene en sus manos.

— ¿Nunca aprenderás a tocar la puerta antes de entrar? —pregunto con palabras desaprobatorias.

— ¿Para qué lo haría? —cuestiona Victoria, cerrando de nuevo y un segundo después enfoca su directa mirada en mí— No es que exista el riesgo de encontrarte en una situación comprometedora con alguna de las empleadas, ¿verdad? —dice con una marcada sonrisa burlesca en los labios y toma asiento en uno de los sillones.

Compañeras de Departamento   [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora