24. Un dolor de muela

1.4K 102 558
                                    


Samantha

Me despierto y la habitación está sumida en la oscuridad. A tientas enciendo la lámpara de mi mesita de noche y de inmediato ajusto la luz a un nivel más tenue pues no quiero despertar a Natalia. Tomo mi teléfono y oprimo el botón de encendido unos segundos para ver qué hora es. Y mientras el teléfono enciende por completo, desvío mi atención hacia Natalia. Ella está acostada de lado dándome la espalda y por esa razón es que no puedo ver su lindo rostro, solo veo su cabellera negra y rizada. La pantalla de mi teléfono se ilumina, captando mi atención y enseguida veo aparecer la imagen que tengo de fondo. También veo que apenas son las 5:16 a.m. y aunque siento un poco de frío, decido levantarme. Con cuidado vuelvo a dejar el teléfono sobre mi mesita de noche y salgo de la habitación.

En el pasillo entro al baño con rapidez porque necesito cumplir con una urgencia básica y después de un par de minutos, ya habiendo terminado, me lavo las manos y aprovecho para cepillarme los dientes a pesar de que aún es de madrugada. Por unos minutos me concentro en realizar el adecuado cepillado, y al finalizar dejo todos los artículos bucales donde corresponden dentro del pequeño gabinete de pared y salgo del cuarto de baño.

Regreso a la habitación y voy a la cama con mi mirada puesta en Natalia. Ella ahora está acurrucada hacia mi lado de la cama y la veo dormir muy profundamente. El leve resplandor que la lámpara ofrece permite admirar su lindo rostro, un rostro tan poco común, al menos para mí. Ella es preciosa como ninguna otra chica que haya conocido antes y me parece que se ve muy tierna e inocente mientras duerme. Sin duda ella es naturalmente bonita. Tiene una carita y nariz pequeñas, sus cejas son pobladas, tan negras como su cabello, unos pómulos perfectos y... esos labios... carnosos, pero sin exagerar. Me pregunto cómo se sentirá besarlos.

Sin haberlo advertido ya estoy sobre la cama y me he acercado mucho a su rostro. Escucho su respiración relajada y simplemente me dejo llevar acercándome un poco más, hasta que sólo unos cuantos centímetros separan mi rostro del suyo. Me siento tan ansiosa por lo que quiero hacer que mis labios cosquillean de solo pensarlo. Lentamente me acerco un poco más, hasta que mi nariz casi roza la suya y precisamente Natalia se remueve un poco y yo me alejo instantáneamente, dejándome caer sobre mi espalda en mi lado correspondiente de la cama. Clavo la mirada en el techo y enseguida siento el movimiento de la cama indicando que Natalia se ha vuelto a remover, sin darse cuenta de nada de lo que estuve a punto de hacer. Ella se gira hacia el otro lado y creo que se despierta porque, si no me equivoco, acaba de tomar su teléfono de la mesita de noche mientras que yo solo puedo contemplar el techo de la habitación y no soy capaz de moderar mi respiración acelerada.

— ¿Sam? ¿Te desperté? —la escucho preguntarme con un tono de voz suavemente ronco.

— No. —respondo con un hilo de voz sin dejar de mirar directamente hacia el techo.

— ¿Estás bien?

— Mm-huh.

— ¿Segura? ¿Tuviste una pesadilla? —pregunta con cierta preocupación en su tono.

— No. —consigo articular.

— Es que pareces algo... Agitada.

— Estoy bien. —musito esforzándome porque no me tiemble la voz.

— Bueno, está bien.

De reojo veo que ella se levanta de la cama y cuando camina hacia la puerta yo sigo con mis ojos fijos en el techo.

— Nos vemos en la noche. —se despide, abriendo la puerta— Sigue durmiendo. —me sugiere justo antes de terminar de salir.

Ella vuelve a cerrar sin hacer mucho ruido y yo al fin suelto un profundo suspiro de alivio y me levanto asustada, quedando sentada sobre el edredón. De pronto vuelvo a sentir frío y reparo en la realidad de lo que estuvo a punto de acontecer.

Compañeras de Departamento   [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora