16. Acercamientos

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Samantha

Al salir de la ducha envuelta en la toalla, me quedo un momento mirándome fijamente en el espejo del gabinete que hay encima del lavabo. Me siento distinta, como si algo estuviera cambiando dentro de mí. Todavía hace algunos meses atrás mis prioridades eran mi profesión y mi noviazgo con Alejandro, pero ahora esto último me resulta sofocante. Pareciera como si él sólo pensara en sí mismo, pero analizando todo detenidamente... creo que él siempre ha sido así y era yo quién no me daba cuenta o no le tomaba tanta importancia al asunto.

Finalmente abro la puerta del baño y salgo tan rápido que no logro reaccionar a tiempo para ver que una hermosa cabellera venía pasando por el pasillo y, sin querer, termino impactando contra ese firme cuerpo, haciendo que con lo inesperado del momento perdamos el equilibrio y ambas terminemos en el piso. Para ser más exacta: Natalia está en el piso y yo sobre ella; Quedamos cuerpo a cuerpo, frente a frente, cara a cara y nuestras bocas demasiado cerca la una de la otra.

— Auch. —se queja en voz baja.

Y al estar tumbada sobre ella, siento un escalofrío empezar a recorrerme, pero al mismo tiempo el calor corporal que emana de su cuerpo me proporciona la calidez necesaria. Estar así encima de ella me provoca una sensación... indescriptible. Estoy experimentando pensamientos encontrados, pero de algo estoy muy segura, que no me resulta para nada desagradable. Siento el brusco movimiento de su pecho, subiendo y bajando al respirar, y por alguna extraña razón no puedo dejar de admirar cada detalle de su rostro.

— ¿Es... estás bien? —pregunta con la respiración entrecortada.

Lo único que hago es asentir levemente con la cabeza.

— Sí... sí. —respondo, al fin reaccionando un poco— Yo... no te vi. —digo mirando sus ojos oscuros.

Dios, nuestros rostros están tan cerca. Siento debajo de mí su cuerpo emanando calor y bajo mi pecho siento el suyo. Su corazón late con mucha fuerza. ¿O es el mío?

— Creo que... deberíamos... levantarnos. —dice ella con dificultad, también manteniendo su mirada fija en mis ojos.

¡Dios, ella tiene razón! ¡No he hecho ni el más mínimo esfuerzo por quitarme de encima de ella! Quizás se lastimó y yo aquí sin moverme. Así que, finalmente me aparto de ella y con un ágil movimiento Natalia se levanta mucho antes que yo y extiende sus manos hacia mí. Yo tomo sus manos y con un suave tirón ella me ayuda a levantarme mientras yo solo mantengo una tonta sonrisa. Inmediatamente veo un ligero rubor en sus mejillas y al segundo siguiente se da la vuelta, quedando de espaldas a mí.

— En verdad lo siento, Sam. —se disculpa— Saliste tan de repente del baño que... ¿Segura que estás bien?

— Sí, muy bien. ¿Tú lo estás? —pregunto sin entender por qué motivo ella está dándome la espalda.

— Estoy bien. —dice ella, todavía de espaldas a mí.

Y de pronto, al mirar hacia mi cuerpo por un instante, reparo en un hecho realmente vergonzoso. ¡Estoy sólo en toalla! Dios, había olvidado por completo que mi corta toalla rosa es lo único que cubre las partes más privadas de mi cuerpo.

— Voy a vestirme. —le aviso antes de casi correr y entrar veloz a mi habitación.

¡Que vergüenza, que vergüenza, que vergüenza!
Bueno, por lo menos tengo que agradecer que no pasara algo peor, como que se me hubiera caído la toalla frente a ella. ¡Dios, no! Me muero si me ocurre algo así, pienso y empiezo enseguida a buscar como loca algo de ropa que ponerme.

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En unos pocos minutos me he vestido con un jeans casual de mezclilla y una blusa sencilla y en los pies me coloco unas bailarinas, pero en lugar de salir de la habitación ahora que ya estoy completamente vestida, me siento sobre la cama y me quedo un momento pensando en lo que me sucedió. Me puse tan nerviosa por sólo tener a Natalia así, tan de cerca de mí. En especial me puse nerviosa por sentir su boca tan cerca de la mía. ¿Pero qué estoy diciendo? Yo estaba encima de ella, así que está bastante claro que estabamos muy cerca una de la otra, más que eso, y no solo nuestros rostros sino que nuestros cuerpos estaban totalmente pegado uno con el otro. Eso sobrepasa y por mucho el límite del espacio personal.

Compañeras de Departamento   [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora