5. La mejor hamburguesa

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Natalia

Estoy terminando de freír la carne mientras pienso que hace tiempo que no como una hamburguesa y quiero saciar mi antojo, pero dudo mucho que pueda comerme dos. Volteo la carne y escucho el ruido de la puerta abriéndose. Me giro rápido y veo a Sam terminando de entrar al departamento. Sigo pensando que esa ropa en mezclilla le queda espectacular. Definitivamente verla vestida así está entre mis cosas favoritas.

— ¿Qué huele tan bien? —pregunta acercándose a la barra.

— Estoy preparando hamburguesas. ¿Quieres? —pregunto regresando mi atención a la carne y suponiendo que su respuesta será un definitivo no.

No creo que una chica tan esbelta como ella coma hamburguesas. Debe pensar que son grasosas y lo más seguro es que no le gusten.

— ¡Dios, sí! Muero por una hamburguesa. —la escucho decir.

— ¿En serio? —me sorprendo girando de nuevo hacia ella para ver si no me lo dijo solo de manera sarcástica— No pensé que te gustaran.

— Me encantan. De hecho, hoy quería una, pero a mi novio no le gustan. —hace una sutil mueca.

— ¿A qué clase de chico no le gusta una hamburguesa? —pregunto con el ceño fruncido.

— Lo mismo me pregunto yo. —dice y rodea los ojos.

Sonrío por ese gesto y luego Sam también lo hace.

— ¿Te ayudo? —se ofrece.

— No, yo lo hago. Pero debo advertirte que no hay papas a la francesa.

— Sin papas a la francesa será entonces.

— ¿Y... quieres tu hamburguesa con todos los ingredientes?

— Por supuesto.

— ¿Segura? —pregunto al dudar de su afirmación—¿Con cebolla y jalapeños?

— Sólo no te excedas con los jalapeños. —aconseja.

— No lo haré. —aseguro y sonrío volviéndome hacia la carne para sacarla del fuego y apagar la parrilla.

Sam es la mujer perfecta sin duda. ¿Cada cuanto conoces a una chica preciosa, amable, sencilla y que no es remilgada o escrupulosa a la hora de comer? En mi caso, esta es la primer vez que conozco a alguien así.

Llevo la carne a la barra y Sam me observa mientras empiezo a preparar las hamburguesas. Me pone realmente muy nerviosa estar bajo la inspección de esos ojos verde oscuros que tan maravillada me tienen.

— ¿Qué es eso? —pregunta desviando su atención a la caja donde aún se encuentra el extractor de jugo.

— Es un extractor de jugo. Lo compré hoy. —digo preparando las dos hamburguesas simultáneamente— Y también compré una lavadora.

— ¿De verdad? —dice mirándome asombrada.

— Sí. Está en el cuarto de lavado y la acabo de estrenar.

La veo alejarse caminando hacia el pasillo y esos segundos me dan el tiempo suficiente para recorrerle el cuerpo con la mirada. Me regaño mentalmente y sigo en la preparación de las hamburguesas.

Sam regresa en unos segundos, después de haberse cerciorado de que le dije la verdad.

— ¿Cómo la compraste? —pregunta, acercándose de nuevo a la barra y evidentemente refiriéndose a la lavadora— Creí que no tenías dinero.

— Okey, eso dolió.

— Lo siento, es que pensé que...

— Es broma. —la interrumpo, mientras sonrío un poco— Tenía ahorrado un poco de dinero.

Compañeras de Departamento   [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora