CristalAl terminar la última sesión de aeróbics de este día, simplemente voy por mi mochila. Esta noche me quedaré a dormir en casa de Cam, ya que ella vive mucho más cerca que yo y así no tendré que caminar desde tan lejos mañana temprano. No le avisé porque no tengo celular ni ninguna otra manera de comunicarme con ella, pero lo bueno es que hoy es su día de descanso y seguro estará en su casa. A menos claro, que haya salido en busca de alguna nena para pasar una lujuriosa noche de pasión. Pero de ser así seguro que Clau me recibe y me deja dormir en el sofá, ella es muy buena onda.
Entro al área de empleados por mi mochila donde todos los demás instructores ya están tomando sus cosas y me acerco a abrir mi casillero. Nadie me dice nada porque están demasiado ocupados en una plática entre ellos así que me apuro a sacar mi mochila y a volver a cerrar mi casillero. Regreso a la puerta y salgo al pasillo, dejando atrás al bullicioso grupo de hombres musculosos, pero detrás de mí sale Dani.
— ¿Qué hay, niño bonito? —lo saludo, empezando a avanzar juntos.
— No me digas niño. —me responde, sin dejar de caminar a mi lado.
— ¿Prefieres que te diga niña? —bromeo.
Él se detiene de golpe y yo también, y me encara con esos ojos azules revueltos por los que casi echa chispas. Su rostro se ha puesto rojo, al grado de parecer un jitomate y tal parece que uno muy molesto.
— No me vuelvas a decir eso. —masculla entre dientes, con una sombra amenazante en su voz.
— ¿Por qué? ¿Tienes algún complejo del cual quieras hablar? —pregunto solo para picarlo más.
— Yo soy un hombre. Un hombre varonil y muy masculino.
— No te ofendas, pero por tu aspecto...
— ¿Qué tiene mi aspecto? —pregunta mirándose el cuerpo, claramente confundido y sin entender ni jota.
— No lo sé, siempre te ves muy bien. Siempre andas bien peinadito, muy cuidadosamente afeitado, creo que hasta te delineas bien las cejas y... Si no fuera porque debes usar la camiseta del gimnasio, hasta diría que combinas tu ropa para que quede a juego.
— ¿Y desde cuándo tener una apariencia impecable es un problema? —levanta la vista hasta mis ojos.
— No digo que sea un problema, pero... Todo eso grita una sola cosa por todas partes. —sigo, solo por querer molestarlo.
— ¿Qué cosa? —busca saber con real interés.
— Pues... cuando te vi por primera vez pensé que eras gay.
— ¡¿Qué?! —casi brinca hacia atrás por el susto de lo que le acabo de decir— ¡No soy un maldito marica! —se exalta— Si quieres vamos a un hotel y lo compruebas por ti misma.
— No, gracias, yo paso. —digo junto con una risita de burla.
— Soy un hombre, un macho, todo un semental con las mujeres, que te quede muy claro.
— Oye, tienes que dejar tus complejos a un lado. —le aconsejo— Cualquiera que te oyera diría que eres un gay reprimido.
— ¡Óyeme, bien! ¡No soy un maldito marica! —repite y esta vez percibo cómo aprieta los dientes con fuerza.
— Mira, por como actúas sólo demuestras que eres una de esas personas que se hacen los homofóbicos porque tienen miedo de aceptar lo que realmente son.
— ¡Que no soy un maldito homosexual! —exclama, viéndose seriamente furioso— Y si vuelves a decir eso... —dice acercándose y señalándome intimidatoriamente.
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Compañeras de Departamento [Editando]
RomanceNatalia solo quiere un trabajo estable, y con suerte, encontrar el amor. Samantha es odontóloga y tiene novio, pero no está segura de si él es el indicado. Esta historia cuenta el día a día de varias chicas, con personalidades diferentes, con pasado...