23. ¡No puede ser!

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Lucía

Subo dentro del ascensor los siete pisos y una vez frente a la puerta del departamento, abro usando mis llaves. Al entrar el ruido del televisor llena la estancia y me asomo a la sala de estar solo para ver a Emma muy bien acomodada en el sofá, sosteniendo entre sus piernas un bowl de vidrio lleno de palomitas de maíz.

— ¡Lucía, ven, ven! —me llama con urgencia, sacudiendo la mano en una innegable muestra de que requiere de mi presencia.

Sin dilación me acerco hasta donde está y ella enseguida me toma del brazo y tira de mí haciendo que me siente al lado suyo.

— ¿Qué tal salí en esa toma? —pregunta desviando la atención a la pantalla del televisor y al instante regresando la grabación utilizando el mando a distancia.

— ¿Ibas en un helicóptero? —pregunto entre sorprendida y asustada al ver la escena en pantalla.

— ¡Sí! ¡Ha sido emocionante! —exclama ella con gran entusiasmo— ¿No te has enterado de la noticia del día?

— Sinceramente tuve un día bastante ocupado. —respondo sin dar más explicaciones, desviando la mirada para ocultar la vergüenza.

Sería realmente humillante hablar sobre la terrible resaca con que tuve que lidiar durante toda la mañana y hasta varias horas después de la tarde.

— Pues verás... resulta que tuve que cubrir la noticia de una chica que conducía a alta velocidad por la avenida costera. ¡Fue realmente emocionante! —repite con un desorbitante entusiasmo— Mira. —señala con el mando hacia la pantalla.

Devuelvo la mirada al televisor y presto atención cuando en la imagen se ve que hacen un acercamiento de la toma y se logra apreciar a una joven mujer conduciendo un deportivo descapotable. Después de un breve momento parece ser que el helicoptero del noticiero consigue acercarse más al auto deportivo porque el equipo de cámaras consigue un mejor ángulo y se logra ver con mayor claridad el rostro de la joven mujer. Y no sé porqué tengo la sensación de haberla visto en alguna parte.

— Siento que la conozco de algún sitio. —menciono más para mí misma.

— Tal vez del juzgado. —opina Emma— Si siempre conduce así ya debió tener problemas con las autoridades.

— No, creo que si la hubiera visto en el juzgado la recordaría. Siento que la he visto en otro sitio.

Emma regresa la imagen y la congela en el momento exacto dónde se muestra con claridad el rostro de la joven conductora.

— Tal vez en algún comercial. Es bastante atractiva, a decir verdad.

— No lo sé, pero supongo que lo recordaré. —digo queriendo dar por terminado el tema y me pongo de pie dispuesta a llegar al dormitorio— Estaré en mi dormitorio. —le comunico a Emma.

— ¡Alto ahí, jovencita! —proclama Emma, también poniéndose de pie y dejando el bowl de palomitas sobre el sofá— ¿Dónde dormiste anoche? —me interroga con una mirada demandante— Y no me digas que dormiste aquí porque en la mañana te busqué en tu habitación y no estabas. No creo que te fueras taan temprano al bufete. —conjetura, gesticulando en exageración— También te llamé a tu smarphone más de diez veces y nunca respondiste.

— Te envié un mensaje después.

— Sí, mil horas después. —dice dramatizando con exageración— Además no te pude responder en ese momento y tampoco supe como traducir ese estaba ocupada. —enfatiza las últimas dos palabras para hacer alusión a que esa fue mi vaga explicación en el mensaje de la mañana, pero en breve Emma cambia su expresión exigente a una mucho más liviana y muestra una gran sonrisa— Estuviste con Sebas toda la noche, ¿verdad, pillina? ¿Por eso no me quieres contar?

Compañeras de Departamento   [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora