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Alice Enjeru resulta estar fuera de lo que la raza ninja considera común y al no encajar en las otras aldeas, se ve obligada a probar suerte con los malos. ¿Creen que haga lo correcto?
*Este escrito se centra más en Deidara como pareja*...
Tumbada en la cama, mi torso se eleva conforme al compás de mis pacíficas respiraciones regulares.
Abro los ojos lentamente para incorporarme al mundo que me rodea.
Parpadeo para escuchar un suspiro de alivio luego de tratar de levantarme.
-Creí que dormirías para siempre. No, no te levantes, estás muy agotada todavía-.
Si no fuese por su voz, no reconocería la silueta de Itachi.
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By Evimo_26 On twitter
Me costó algo de trabajo ver con claridad, o con la mayoría. Es él, sin duda es él pero, se ve... Diferente. Se alegra de verme.
Aún tengo la voz somnolienta: -¿Cuánto tiempo dormí?-.
-Tardaste días en recuperar tu color de piel y otros más en moderar tu respirar; temí por ti-.
Me quejé al volver a acostarme. Tiene razón, es inútil el esfuerzo.
-Estoy que me lleva el diablo Doc-.
Respiro con dificultad y estoy temblando de frío, la cabeza me da vueltas y siento que bebí demasiado sin probar una gota de alcohol. ¡Qué agonía! De verdad estoy mal.
-Al menos estás despierta-.
Itachi coloca su mano en mi frente. Parece arrepentirse de inmediato pues la aparta al igual que su mirada.
-Iré a prepararte algo de té-.
Acto seguido deja la habitación para volver con una taza que emana un vapor con olor agradable. Lo deja en la comoda al lado de la cama. Solo entonces me percaté en qué habitación nos encontrábamos, en la de Konan.
-Gracias-.
No es por el hecho de estar en cama con dolor de huesos pero hay algo más que inquieta a Itachi, lo sé, puedo verlo. Me preguntó si él también puede ver mi descontento, me siento...
-¿Te sientes bien Alice? Te veo, diferente-.
El mismo Itachi no está seguro si se refiere a su nuevo aspecto, el cual es un gran cambio a como lucía antes. O a como la ve ahora, luego de todo lo que ha dicho sobre ella hace días en el transcurso de su re-invocación.
-No solo me ves, en realidad me siento diferente...-.
Si lo ha notado.
-Explícate-. Me pregunta sentándose en la orilla de la cama.
-N-no es tan fácil de explicar, no recuerdo muchas cosas-.
-¿Qué recuerdas?-.
Nos recorrió un escalofrío a los dos. A pesar de costarme trabajo, comencé a relatar lo que era capaz de recordar en estricto orden de aparición:
