Capítulo 36

140 20 1
                                    

Azul, estoy mirando fijamente los ojos de Deidara. Son tan hermosos.
Se acerca a mi para tomarme de la cintura con delicadeza pegando su cuerpo al mío, acaricia mi mejilla para peinar mi cabello detrás de mi oreja, sus labios se funden con los míos.

Hay algo extraño en esto.
Sus besos de sal...

La luna con su pipa en boca, fuma dejando una bruma en el cielo, el humo es una aurora boreal. Sobre las olas de mar. Deidara está lleno de sangre.

-*Gasp*-.

Me levanté de golpe, jadeando por aire, bajé de mi habitación de inmediato para correr torpemente por el pasillo.

La luz de la luna entraba por el ventanal proyectando mi sombra de una forma artística, mas lo ignore por completo, no paré de correr hasta el baño donde sin previo aviso comencé a vomitar algas de mar.

-*Cof Cof* Oh mierda-.

La boca me sabía salada, y aún podía sentir las algas atoradas en mi garganta.

-Maldición...-.
Susurré.

Al abrir la puerta noté que era de madrugada no hay ninguna luz encendida, la casa era iluminada por la luna, que apenas entraba tenue por las ventanas.

Por el silencio deduje que no había nadie en la casa hasta era capaz de escuchar mis propios latidos.

-Amanecerá pronto, me prepararé un trago-.

Prefería tener un sabor a ginebra que ese asqueroso sabor a mar. Me preparé un caballito para volver a subir por las escaleras.

Caminaba por el desolado pasillo a mi ático cuando la última puerta del mismo, se abre. Extrañada forcé mi vista para tratar de tener una imagen más clara.

¿Quién había abierto la puerta?

-Ah Creyente, cuanto tiempo-.

Sus ojos magentas brillaban en la oscuridad.

-Lo lamento, no quise levantarte es solo que...-.

Dejé de hablar al ver que caminaba hacía mi, serio, sin parpadear. No tenía idea del por qué de su comportamiento.

-H-hey... Hidan ¿qué...?-.
No me salía voz alguna.

El carácter loco de Hidan me tenía inquieta, es tan impredecible. Presa del pánico solo me quede tiesa con el vaso de cristal en la mano.

Cuando lo tuve en frente cruzamos miradas por unos instantes; el contacto era fijo y para mi desesperante, cerré mis ojos, justo después; un sobresalto invadió mi cuerpo al sentir sus brazos rodeándome bruscamente en un abrazo.

Abrí los ojos como platos, su abrazo aunque torpe y algo fuerte, pude entender su forma de expresar su alegría al verme.

-Yo también te extrañe Creyente-.
Aún con el vaso en la mano, devolví su cortesía.

Dos inexpertos se complementan en un abrazo.
No dijo ni una palabra, todo me lo había dicho con ese gesto.
Un simple abrazo, que ahora ya no era de compañeros, se había convertido en una amistad sólida, "de plata".

Sabía que después de separar nuestros brazos, ya se convertiría en alguien de confianza para mi.
Al separarnos me quitó mi trago de la mano, dio media vuelta y regreso a su habitación.

-Es temprano para beber-.
Dijo antes de cerrar la puerta.

-Mi trago...-.
Ni dos sorbos le había dado, finalmente subo de vuelta a mi habitación.

Más pronto que tarde, me enteré de lo acontecido, el jefe había mandado a renovar la búsqueda; mi amigo Tobi se había unido a los artistas hasta que yo pudiese alcanzarlos.

Demonio En AkatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora