Dorcas' POV
Estoy en el punto de encuentro con McKinnon, sentada en el alféizar de una de las ventanas del quinto piso. Elegí este sitio porque me encantan las vistas, y sabiendo como sabía que la Gryffindor iba a llegar tarde, pensé que me daría tiempo a dibujar.
Acerté, por supuesto.
Desde aquí se ve la extensión del lago, reflejando el cielo como un espejo. Cuando llegué, en primer año, el Lago Negro fue lo primero que vi (supongo que se debió a mi tendencia de andar mirando al suelo. Mi madre me regañó sin descanso hasta que corregí mi postura).
Recuerdo que en él se veía el castillo, y que al principio no quería levantar la cabeza porque tenía miedo de que fuera un espejismo.
Nada tan increíble podía ser real.
A veces, sigo sin creerme que Hogwarts sea mi hogar. Crecí oyendo a mi madre hablar sobre él, pero siempre pensé que eran historias. Historias maravillosas sobre magia y criaturas fantásticas y castillos embrujados que no me dejaban contar a mis amigos.
Pero entonces, a los once años, una lechuza llegó con una carta atada a la pata.
Y aquí estoy ahora, viviendo dentro de un castillo mágico, conviviendo con fantasmas y acudiendo a asignaturas como "Pociones" y "Encantamientos".
Llevo un rato dibujando cuando oigo un maullido lastimero. Bajo la vista al suelo y veo a un familiar gato rubio de nariz chafada observándome con sus brillantes ojos.
—¡Jengibre!—exclamo, observándole con sorpresa—Hace siglos que no te veo. ¿Donde has estado?
El gato sube de un salto al alféizar de la ventana y restriega su cabeza contra mi costado, ronroneando. Le acaricio detrás de las orejas.
—Me faltó poco para poner carteles de "Se busca" por todas partes, que lo sepas. Me diste un buen susto—le regaño.
Jengibre es el gato que mis padres me regalaron cuando entré en Hogwarts. Diría que es mío, pero es un alma libre. Desaparece a menudo, y cuando vuelve es como si me hubiesen cambiado el gato. A veces está de buen humor, otras veces no quiere saber de mi... En fin, que lleva un lío que ni él sabe deshacer.
Ignorando mis quejas, él sigue restregando su cabecita contra mi, y yo suspiro. Supongo que hoy le ha dado por ser cariñoso.
—Así es imposible estar enfadada contigo.—gruño, apartando mi cuaderno de dibujo y dejando que Jengibre se tumbe en mi regazo.—Bueno, ¿me traes cotilleos entre los gatos? Todo el tiempo que has estado fuera debe de haberte dado para mucho. Dime, ¿la Señora Norris y la profesora McGonagall se han enfrentado en algún momento? Ese sería un combate que pagaría por ver.
Jengibre me dirige una mirada de exasperación (o lo más similar a una mirada de exasperación que puede llegar a expresar un gato) y se planta sobre mis muslos, estirándose y clavándome las uñas en el proceso.
Arrugo la nariz en una mueca silenciosa de dolor, aunque esté bastante acostumbrada a su poca delicadeza.
Él le da un golpecito a mi cuaderno con la pata.
—¿Qué? ¿Quieres que te dibuje otra vez?
Se queda sentado mirándome muy quieto, lo que significa que está posando y que no me dejará en paz hasta que lo dibuje.
—Serás egocéntrico.—mascullo, disponiéndome a obedecer al gato
Obedecer a un gato. Pensaba que solo tendría que hacer eso en clase de Transformaciones.
La verdad, dibujar a mi amigo felino no está tan mal. Me ayuda a tener un seguimiento de mi mejoría, ya que le da por creerse modelo una vez al mes por lo menos. Comparar los dibujos viejos con los nuevos sirve de bastante.
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OPERACIÓN JILY
FanfictionÚltimo año en Hogwarts para los merodeadores. James está decidido a conquistar a Lily Lily está decidida a conocer a fondo a los merodeadores. Sirius está harto de las lamentaciones de James. Remus está harto de hacer de niñera. Marlene está lista...