Pelea de tartas, el drama Black continua.

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James's POV

La batalla de chocolate se ha vuelto seria. Alguien ha multiplicado la tarta, y ahora todo el mundo tiene munición y nos estamos atacando entre nosotros.

La amistad ya no significa nada. Antes Remus ha atacado a Peter y Marlene a un pobre niño de primer año que pasaba por aquí.

Nadie es inocente. Y nadie está libre de la maldición del chocolate.

Me quito un trozo de tarta de la manga y me lo meto en la boca. Me encojo de hombros.

—No está mal—comento, aunque no haya nadie oyéndome.

—Eso es asqueroso.

Me giro y veo a Evans, observándome con exasperación. Al parecer si que había alguien oyéndome.

Su uniforme está limpio, en su mayoría.

Por poco tiempo.

—Regla de los cinco segundos, Evans—replico yo, con una sonrisa—Y ni siquiera ha tocado el suelo.

Ella niega con la cabeza, y se aparta de la trayectoria de una tarta que iba dirigida a su cara.

Yo avisto una tarta en una mesa, a unos dos pasos de mi, y una idea (que es probable que me cueste la vida) se forma en mi mente.

—Un día de estos todo lo que coméis os va a pasar factura.

—Lo dudo—sonrío y con dos zancadas, alcanzo el pastel.

Antes de que se dé cuenta, la he atacado con él, y su uniforme está perdido de chocolate.

Ella lo mira con sorpresa.

—Potter—gruñe, con un tono que hace que retroceda un par de pasos.

Niños, este es el curso de acción cuando Lily Evans se enfada: huir. Es vuestra única opción de supervivencia.

Yo voy a hacer exactamente eso, pero entonces Evans atrapa una tarta al vuelo (sería muy buena cazadora si no tuviera miedo a las alturas) y se lanza sobre mi con ella.

Me la estampa en la cara, y de pronto me quedo ciego porque mis gafas están llenas de chocolate, pero aún así no puedo evitar empezar a reírme.

—¡Esto no tiene gracia!—se queja ella—¡Mi uniforme está hecho un desastre!—después oigo un golpe, a Evans dejar escapar una exclamación, y risas—¡Marlene! ¡Voy a matarte!

Eso solo consigue que me ría más.

Intento limpiarme las gafas en el uniforme, pero solo consigo que el desastre sea peor.

Busco mi varita en los bolsillos, pero debo de haberla dejado en alguna de las mesas de la sala común, y no me encuentro en condiciones de buscarlas.

Suspiro, y me meto las gafas en el bolsillo.

Entorno los ojos e intento distinguir a alguno de mis amigos para que me presten sus varitas, o que por lo menos me ayuden a buscar la mía para limpiarme las gafas y poder ver de nuevo.

Veo un borrón bajito, con el pelo castaño revuelto y el uniforme de Gryffindor, y me dirijo hacia él.

—¡Colagusano!—lo llamo, intentando no tropezar con nadie—¡Colagusano, ayuda, Evans me ha dejado ciego!

—Merlín, ¿tan poco ves sin gafas?—pregunta el borrón, y su voz, ciertamente, no suena como la de Peter—Deberíais ir al oculista.

Frunzo el ceño, e intento averiguar quién es según el sonido de su voz (lo que, por cierto, no es tan fácil cuando todo el mundo está gritando).

OPERACIÓN JILYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora