A la escritora le da por escribir drama de repente.

2.5K 165 172
                                    

Delilah's POV

Estoy sentada en la cama de Regulus, abrazándome las rodillas, con la espalda apoyada contra la pared. Él está en frente de mi, con las piernas estiradas, sus pies rozando mis pies. La habitación de los chicos está vacía, pero aún así hemos cerrado el dosel. Me hace sentir más segura.

Ahí fuera no somos nada, pero el mundo de detrás de los doseles nos pertenece.

Llevamos atrincherándonos aquí desde que teníamos once años, para comer ranas de chocolate y compartir secretos. Ahora lo hacemos para compadecernos de nosotros mismos.

Los tiempos cambian.

Estoy agotada por el partido de Quidditch. Y algo cabreada con mi equipo por hacer trampas. Ninguno ha oído hablar de la deportividad jamás. Es complicado trabajar con ellos cuando lo único que hacen es intentar hacer faltas.

Es complicado convencer a la gente de que los Slytherins no somos villanos cuando toda la casa parece comportarse como tal.

—Los Gryffindors hacen mucho ruido, ¿no crees?—Reg hace una mueca de irritación.

Es cierto. Estamos a seis metros bajo tierra y aún así se escuchan los vítores que provienen de la torre de Gryffindor. Supongo que se habrán amplificado la voz. Suena a algo que un Gryffindor haría para atraer a más gente a su fiesta.

—Suenan felices—comento, con una sonrisa cansada.

—Qué suerte tienen.

Asiento, dándole la razón, y me rasco compulsivamente el antebrazo izquierdo. Llevo haciéndolo todas las vacaciones. Aún no me he acostumbrado a la marca.

La marca. La marca tenebrosa. La marca de los mortífagos. La marca de lord Voldemort.

La marca que me identifica como una de las suyas.

Me pregunto cuántos de mis compañeros la llevarán, escondida bajo las mangas de su túnica. ¿Cuantos de ellos pertenecen a su ejército? ¿Cuantos de ellos por voluntad propia?

Yo no quería la marca. No la quería, y Regulus tampoco. Pataleé y chillé cuando me la pusieron. Les rogué que no lo hicieran. El que no debe ser nombrado se rió. Su risa aún resuena en mis pesadillas.

Regulus no montó un numerito, aunque también estuviera aterrorizado. Él sufrió en silencio; le plantó cara a Lord Voldemort y le dio su brazo, y ni siquiera parpadeó.

Después lloramos juntos, en mi habitación. Yo me froté la marca hasta que me hice sangre, deseando arrancarme la piel, cualquier cosa para deshacerme de ella. Pero cuando mi piel sanó, la marca seguía ahí.

—¿Crees que nos harán matar a alguien?—había susurrado yo, aterrorizada.

—Puede—había contestado él.

—¿Has hablado con tu hermano?—pregunto yo ahora, intentando apartar los recuerdos de mi mente.

—Te he dicho que no me escuchará.

—Y yo te he dicho que no me importa.

Sirius Black es la única persona que me queda para pedir ayuda. Toda la gente en la que he confiado alguna vez esta ahora al servicio de Voldemort. Y Regulus está tan atrapado como yo.

Pero Sirius Black no. Sirius pudo huir.

Él sabe lo que es nacer en una familia corrupta, así que puede que nos entienda. Puede que nos ayude. Está enfadado con Regulus, pero le quiere. Lo sigue queriendo. Es su hermano.

Sirius Black es mi última esperanza. Sirius Black podría salvarnos.

Regulus no quiere oír nada del tema, claro.

OPERACIÓN JILYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora