Mi cita me cuenta historias raras de su vida

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Dorcas' POV

Llego cinco minutos tarde a la cita con Marlene. Objetivamente, no es mucho tiempo, pero conozco a mi cita, y sé que me lo va a recordar toda la vida. Casi puedo oírla: "Luego dirás que los Gryffindor somos unos tardones, Meadowes", "Pensaba que iba a envejecer esperándote" y cosas por el estilo.

Esto es culpa de mis amigas, como no. Cuando solo quedaba media hora para bajar, se les ha ocurrido la brillante idea de pintar nuestros vestidos.

No hemos tenido en cuenta el pequeño hecho de que la pintura tarda siglos en secarse, pero en fin. Podría ser peor.

Por lo menos la ropa nos ha quedado bien; Pandora ha pintado enormes girasoles por todo su vestido blanco, y Hestia, que lleva una camisa blanca y una falda negra, se ha dibujado flores en el cuello y los puños de la camisa.

Yo, por mi parte, he pintado estrellas y constelaciones blancas en la falda de mi vestido azul oscuro, y me siento como si llevara el cielo puesto.

Ahora estamos bajando las escaleras de la Torre de Ravenclaw, después de arreglar (a medias) el desastre de pintura que hemos montado en los dormitorios.

Dudo de que a los elfos domésticos les caigamos muy bien después de hoy.

—Eh, ¿esa es McKinnon?—pregunta Hestia, señalando con la cabeza al pie de las escaleras.

Yo sigo su mirada. Marlene nos está dando la espalda, observando a la gente que pasa por el pasillo que tiene delante, que va de camino al baile, y saludando a algunos Gryffindors ocasionalmente.

Lleva un traje rosa claro, y está preciosa, y por un momento se me olvida como respirar.

Me paro en medio de la escalera, provocando que el resto de Ravenclaws que bajan por ella tengan que esquivarme y me miren mal en el proceso.

Hestia se gira a mirarme, con una ceja enarcada.

—¿Qué te pasa ahora?—pregunta, como si estuviera intentando reunir toda la paciencia que tenía dentro.

—Ella. Yo... eh... traje. Está guapa—le empiezo a estrujar el brazo a mi amiga, que parece querer estrangularme—Ayuda.

Se me da mal funcionar delante de gente atractiva.

Que no se me malinterprete; Marlene siempre ha sido extremadamente atractiva, pero de una forma diferente.

Siempre está despeinada, y lleva el uniforme medio torcido, como si llegara corriendo a todas partes, y su sonrisa es contagiosa. De alguna forma, bromear con ella y sentirse cómoda en su presencia es inevitable.

Pero ahora parece salida de una revista de modelos, y el traje le queda extremadamente bien, y no creo poder confiar en mi misma para no pasarme toda nuestra cita mirándola y babeando.

Merlín bendito, tengo una reputación que mantener.

—Pandora, Dorcas está en medio de un ataque de pánico gay otra vez, necesitamos de tus charlas motivadoras antes de que le de un chungo—dice Hestia, haciendo una mueca de dolor cuando aprieto más mi agarre en su brazo.

Mi otra amiga dirige sus grandes ojos hacia mi, y luego hacia mi cita. Suelta una risita, y entrelaza su brazo con el mío, arrastrándome escaleras abajo.

—Podría intentar ayudarte con palabras, Dorc—dice—Pero creo que las únicas palabras que van a conseguir que se disipen tus nervios van a ser las de tu cita.

Tiene razón, por supuesto. Pandora suele tenerla, dede su enfoque extraño y místico.

Respiro hondo y asiento, dejándome llevar por mi amiga y soltando al fin el brazo de Hestia, que se lo frota con alivio.

OPERACIÓN JILYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora