María José.
Siento una leve taquicardia, el pecho me duele más de lo normal, el pasillo está muy frio, pero lo hago, toco la puerta, una y otra vez, sé que nadie debería tocar una puerta a esta hora de la madrugada, pero yo lo estoy haciendo, habitualmente cuando alguien realiza estás cosas, es solo para dar malas noticias.
Di media vuelta, cuando recobré la cordura a la par que la puerta se abrió y ahí estaba ella.
- ¿Qué sucede? ¿Estás bien? – froto sus ojos.
- La verdad no.
- ¿Te duele? – preguntó al acercarse un poco más a mí.
- Sabes, esta semana estaré trabajando desde casa, si quieres pasarte uno de estos días, sería genial tomar algo.
- Pero tú dijiste...
- Lamento ser una perra a veces. Pero nadie me enseñó a pedir disculpas, aunque después del cáncer, de mi madre, creo que un poco de esto, de esta nueva versión mía, creo que...
- ¿Intentar decir que lo sientes? -sonrió.
- Sí, es más fácil cuando lo escuchas de alguien más..., lo siento Irena.
No dije más, di media vuelta y me marché, pero sé que ella al igual que yo, sonreía, mientras me veía partir, ya no pude conciliar en sueño, entré a mi habitación, mamá dormía como oso en la cama, era extraño verla de nuevo, verla en mi casa, verla siendo mi madre, me metí a la ducha; mientras estoy bajo el agua, me siento relajada, no puedo evitar en Keyla, es una increíble mujer, nos conocemos tanto en la cama, que creo que si sé más de una posición, es gracias a su vasta experiencia, Irena, bueno resulto estar igual de jodida que yo, eso apesta, Alejandra, bueno creo que después de todo, no le importaba tanto, desapareció desde aquella noche y luego está Victoria, Victoria, bueno no sé realmente por donde comenzar, aun intento descifrarla.
Comencé a enjabonar cada rincón de mi cuerpo, disfrutando segundo a segundo, ese instante, en ocasiones olvidamos esos pequeños detalles, esos pequeños momentos; y sonreía, al menos hasta que mi mano paso por mi cabello y vi el mechón, enredado entre mis dedos, me dejé caer, mientras el agua seguía cayendo sobre mí... que mierda es esta, muero poco a poco, creo que al fin entiendo un poco a Irena, luchar, cansa. ¿Y si todo es en vano? ¿Y si me estoy destruyendo de poco a poco y nada de esto funciona? ¿Cómo puedo tener esperanzas?
Me paré cuando el agua dejo de caer por la regadera, supongo que se había vaciado completamente, supongo que no quedaba más, supongo que me veo exactamente como esa regadera ahora mismo, me asomé por la pequeña ventana, el sol ha comenzado a salir, ¿por qué dejé de hacer esas cosas que tanto amaba?
Salí a mi habitación, mamá no estaba, me puse una blusa blanca y unos pants, unos tenis y salí, la cocina olía riquísimo.
- ¿Qué haces? ¡Espera!, por favor, no me digas que cocinaste esos rollitos de carne, que tanto amaba -me acerqué a ella.
- Adivinaste -besó mi frente.
- Mamá, que delicia, gracias.
Desayunamos juntas, por una hora, la charla se trató de cómo había preparado ese bocadillo exquisito y no de como el cáncer me consumía.
- Mamá ¿Estarás ocupada hoy?
- Tengo algunos pendientes, pero estoy disponible para ti -me encanta ver como mamá se esfuerza, por recuperar el tiempo.
- Tengo un par de patines, quiero ir a patinar, quiero correr, quiero ir a beber un chocolate a ese negocio del centro comercial.
- Hija, tengo que preguntarlo antes de aceptar, ¿puedes hacer todo eso? -preguntó preocupada.
ESTÁS LEYENDO
Una última vez...
Teen FictionSi amaste a María José Covarrubia y Victoria Pedrero. (Sin límites y De 0 a 360 grados antes de... María José Covarrubia), no podrás dejar de leer esta increíble historia. Amor, odio, traición y mucho drama.