Capítulo 27

219 30 4
                                    

María José.

Mamá me acompañó a la clínica, al fin me quitaron los puntos, puedo comenzar a comer al menos cosas blandas, pretendo cuidarme, aunque respirar sigue siendo un reto. Estoy en este cuarto, que cada vez me resulta más familiar. Creo que cada vez duele menos y cada vez me siento más cómoda aquí, lo cual no es bueno.

Tengo casi dos semanas sin responder una llamada, papá no se ha tomado la molestia de irme a visitar y está bien, normalmente es un imán y a donde quiera que él vaya, Susana lo sigue, bueno a su cartera que es lo mismo.

Keyla ha marcado un par de veces, pero Victoria lo hace casi todos los días, al igual que sus millones de mensajes, que sigo sin abrir. Hoy me siento un poco mejor, lo suficiente para que mamá me dejará sola y se fuera a trabajar, Gabriela está con sus pequeños y por primera vez, en mucho tiempo, mi departamento, se siente igual de vacío y solitario que siempre.

Vivir en la ciudad de México tiene sus beneficios, ser reconocida tiene sus beneficios, ser directora de un importante grupo editorial, tiene sus beneficios. Esa tarde, celebrarían en plaza Antara la inauguración de una tienda de ropa, lo supe cuando una vieja amiga me envió un mensaje.

Hey, no he sabido de ti en mucho tiempo – Montserrat.

Lo siento, ser directora no es tarea sencilla – María José.

Por cierto, felicidades por ello. Oye hoy Yolanda abre su nueva tienda, ¿llegas? - Montserrat.

Ahí estaré - María José.

La parte increíble de cuando una vieja amistad aparece, es que no tienes que sentirte juzgada, ella nos sabe nada de lo mierda que ha sido tu vida, no tienes que dar explicaciones, solo fingir una sonrisa y aparentar que todo marcha bien, cuando lo cierto es que no.

Así que me puse un traje blanco, con una blusa color verde, peiné mi cabello o lo que queda de él y tomé el coche, extrañaba conducir, al igual que extrañaba cantar en el coche y disfrutar del odioso tráfico. Extraño la monotonía de mi vida, que hoy parece ser asombrosa, por el simple hecho, de que ya no está.

Llegué al lugar, está increíble, Montserrat corre y me abraza, suele ser un poco brusca y no fue la excepción.

- Oliver, que gusto verte.

- El gusto es mío, te ves increíble Covarrubia -en ese instante Yolanda se acercó a mí y me abrazo como sólo ella puede hacerlo, después de pellizcar mi trasero.

- ¿Dónde está ese trasero voluptuoso? -preguntó sonriente

- He dejado un poco el ejercicio.

- Y ese corte, lo amo -dijo Montserrat.

- ¿Dónde está Yaya? -le pregunté viendo en todas direcciones.

- Yaya es Yaya, ya sabes, pero ven vamos a la zona VIP.

Pasamos al fondo, había una pequeña terraza, donde estaban algunas chicas, comenzaron a beber, yo solo bebí algo de jugo, que ya llevaba en mi bolso, ya que prefiero que todo lo que ingiera por el momento, sea completamente sano e higiénico.

- ¿En serio jugo? -rieron.

- Ya sé, estoy intentando algo nuevo -mentí, se llama cáncer.

- Covarrubia, ya casi es navidad, ¿la pasaremos juntas? -preguntó Yolanda.

- Sería genial, pero no lo sé, primero tengo que ver algunas cosas del grupo, si no sale como espero, tendré que salir de la ciudad.

Una última vez...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora