María José.
Han pasado siete días desde que Pedrero y yo comenzamos a salir, creo que nunca antes había hecho las cosas tan calmadas como ahora mismo, con ella. Pero creo que es lo mejor, aunque siendo sinceras, a veces la parte loca de mí, dice vamos que esperas, pídele matrimonio; aunque siempre la parte cuerda termina ganando y bueno, termino haciendo las cosas bien. No se es extraño lo que me sucede con ella, quiero correr, me he cansado de caminar.
Hoy pasaré la noche con mi familia, mamá, Gabriela y su familia, bueno en verdad espero que sea una noche digna de recordar. Llegué a casa, ayudé con los preparativos y me lucí haciendo un pavo relleno, mamá ni siquiera sabía que yo tenía dotes culinarios, pero quien la culpa, ambas nos perdimos tanto una de la otra, que es normal sorprendernos con pequeñas cosas.
Me encanta estar de regreso en casa, creo que es una sensación linda, todos están dentro, incluida la abuela, riendo, contando anécdotas de esas que te hacen sonreír aún más. Tomé una botella y salí al jardín, eran las 11:50, diez minutos para que el 2019 se extinguiera y comenzará un nuevo ciclo, tengo tantas cosas que hacer y en todos mis planes espero poder incluir a Victoria. Me senté en una banca, abrí la botella y comencé a beber, prendí un cigarro, hacia tanto tiempo lejos de el, inhalé una sola vez y luego lo apagué, no sé ni siquiera porque estoy llorando, siento una nostalgia tremenda en el pecho, ni siquiera me había percatado de la hora, hasta que los fuegos artificiales comenzaron a estallar en el cielo y alumbraron la temible obscuridad del espacio. Mi celular comenzó a sonar.
- ¿Bueno?
- Feliz año nuevo mi vida.
- Feliz año nuevo cariño.
- ¿Está mal si digo mi primer te amo por teléfono?
- Claro que no... Yo también te amo Pedrero.
- ¿Estás llorando? -me pregunto.
- No sé que me pasa, soy tan feliz mi vida -seque mis lágrimas.
- Sólo quería decirte que eres muy importante en mi vida.
- Tú también. Espero verte mañana.
Colgué y me sequé las lágrimas, al girar mamá y Gabriela estaban ahí, me paré y las abracé tan fuerte como mis fuerzas me permitieron.
- Gracias mamá. Te amo, te amo Gabriela.
- Nosotras también mi pequeña cachorra -besó mi frente.
- Alguien quiere verte María -dijo mi hermana.
- ¿Quién?
Y de repente, apareció papá, con un ramo de flores. Hacia tanto tiempo sin verlo, incluso su semblante no es el mismo, se ve más viejo y menos feliz. Se acercó a mí, con los ojos envueltos en lágrimas.
- Perdóname hija, a ti es quien más le he fallado.
- Papá.
No pude decir más, él me rodeó con sus brazos, lo extraño, lo amo y lo odio también, pero es mi padre y hay cosas que no podemos borrar nunca y esa, era una de ellas.
Él solo había llegado para pedirnos perdón y se marchó, era incómodo para mi madre tenerlo ahí, al final de cuentas, había destruido lo que tuvimos, había destruido nuestra familia.
Volvimos a la sala, comenzamos a cantar, bailar e incluso jugamos Póker como en los viejos tiempos. Eran las tres de la mañana y el timbré comenzó a sonar, Gabriela fue abrir y grito mi nombre, que extraño, pensé. Fui hacía la entrada y ahí estaba mi chica.
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Una última vez...
Dla nastolatkówSi amaste a María José Covarrubia y Victoria Pedrero. (Sin límites y De 0 a 360 grados antes de... María José Covarrubia), no podrás dejar de leer esta increíble historia. Amor, odio, traición y mucho drama.