Capítulo 29

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Bueno decidir que hacer o no hacer con la historia y con el destino del personaje más querido aquí, ha sido todo un reto. Así que tome un par de decisiones, de la primera, están apunto de enterarse y la segunda, ya veremos...
NOTA: NO SE VALE LEER LOS COMENTARIOS ANTES DEL CAPÍTULO

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María José.

El letrero de neumología apareció al dar la vuelta por el ala derecha, no quería que mamá o mi hermana dijeran algo, así que les pedí que guardaran silencio, no tenían que decir nada, porque yo tampoco pretendía escucharlas. Apagué el celular y nos sentamos en las sillas azules, justo detrás de las tres puertas a las que pasábamos los pacientes con cáncer, en una de las citas cruciales o la más crucial para ser exacta.

El lugar era todo en tono blanco, no había nada de ruido, solo las tres puertas que se abrían repetidamente, los pacientes salían sonriendo o con lágrimas en el rostro; corrían con sus familiares o a la famosa campana que está en el muro de enfrente, tocarla es algo que solo los ganadores pueden hacer. Es tan representativo como levantar la copa del mundo, la bandera el día de la independencia, besarte con una chica por primera vez frente a tu familia, etc.

- María José Covarrubia -grito la chica.

Pase a la puerta tres, el doctor que me había operado estaba ahí, abriendo algunos sobres, me pidió sentarme, comenzó a teclear algo en su computador, luego giró para verme y la muerte comenzó... estoy sudando. Si puedes seguir respirando aun cuando el corazón no late, lo acabo de comprobar.

- María José, ¿cómo te has sentido?

- Podemos ir directo a los resultados, ¿por favor?

- ¿Estás segura?

- Por favor -asentí.

- Verás, cuando te operamos remover el tumor de tu pulmón derecho fue algo sencillo, en el sentido de que no se expandió a los ganglios, que era en ese momento, lo más preocupante.

- ¿Y?

- Bueno, después de las radioterapias y las últimas dos quimioterapias.

Comienzo a sudar, creo que me estoy mareando.

- La primera quimioterapia, arrojo resultados un tanto complicados de leer, pero con la segunda...

Dejé de escucharlo, comienzo a marearme, el doctor se pone de pie, me ayuda a no desmayarme, me toma del brazo, creo que mi presión arterial se disparó, estoy sudando y las piernas me tiemblan, comienzo a llorar, no puedo controlarme, abre la puerta, mamá y Gabriela se paran aprisa, mamá lleva las manos a su pecho, camino hacía ellas, siento que me estoy desvaneciendo, el doctor me toma del brazo y me señala el camino.

Dos horas después...

Dejé a mi hermana y a mamá en su casa, necesito estar sola, conduje hasta mi departamento, estoy absorta, no sé es raro lo que siento justo ahora, y raro es una palabra que para ser sinceras queda corta. Abrí la puerta y corrí un sillón hasta el balcón, me serví un poco de café e intento disfrutar de este momento. Sacó mi celular, apenas son las dos de la tarde, tengo tiempo de sobra. Porque esa frase no deja de retumbar en mi mente. Quiero hacer todo lo más rápido posible, porque para ser sinceras no se cuanto tiempo me quedé y no voy a desaprovecharlo.

Quizás tenga tiempo de hacer eso y luego terminar, creo que será la mejor manera de cerrar ese ciclo; abrí la laptop, hice números y por primera vez, decido no pensarlo demasiado, quiero hacerlo. Peino mi cabello, me maquillo, y después de tanto tiempo, delineo mis labios, con ese labial rojo intenso que tanto amo, me pongo un saco blanco y pinto delicadamente mis ojos, los delineo perfectamente. Tomó el coche y conduzco hasta allá.

Una última vez...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora