Capítulo 38

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María José.

Vivir juntas, vaya, nunca imaginé que sería así, llevó tres días con ella, apenas hemos arreglado un par de cosas, porque termino exhausta, con dolor de estómago y hasta vomitando. La casa está de cabeza, puesto que de las quince horas en las que podemos hacerlo, ocho horas trabajamos, en una hora comemos, una para ducharnos, tres horas hacemos el amor, y lo restante acomodamos un poco la casa. Así que definitivamente dejar la casa lista, no es nuestra primera prioridad.

- Amor.

- ¿Qué pasa? -grite desde la cocina.

- Mañana, ¿puedo ir contigo?

- No lo sé, tenemos algunos documentos que enviar, creo que me ayudarías en la oficina, no hay de que preocuparse -acomodé los platos.

- ¿Segura?

- Tan segura como que te amo.

Un par de horas después, tomé el coche y partí, la espera en los hospitales es desgastante. Así que mientras esperaba, respondí un par de correos, hasta que el médico salió y me pidió pasar.

- Covarrubia, bueno verás...

- ¿Sí?

Y ahí estaba de nuevo, esa sensación.

- Estuve analizando los estudios, no sé realmente que sucedió, es extraño.

- ¿Qué quiere decir con extraño?

- ¿No has tenido nauseas, mareos, fatiga?

- Sí, pero por mis actividades diarias -dije a la defensiva, como si eso fuera a ayudar.

- Verás, saqué tu expediente, analizamos la situación y el punto es que, encontramos células cancerígenas.

- ¿Qué?

- No sé cómo decirlo...

- ¡Dígalo! -grité y me puse de pie.

- Que el cáncer volvió, más bien, por la intensidad de los resultados, es como si nunca se hubiera ido, ahora...

- ¿Ahora qué? -siento mi sistema nervioso colapsar.

- Ahora no sólo tienes cáncer en el pulmón derecho, las radiografías arrojaron que tienes el cáncer en el estómago y colón.

- ¿Me está diciendo que todo lo que hice fue para nada? -las lágrimas aparecieron.

- No es eso, es solo que erradicar el cáncer no es sencillo.

- Estoy plagada de cáncer...

Tomé mi bolso y salí corriendo de ahí, la vista comienza a nublarse, subo al auto, mis manos no dejan de temblar, ahora todo tiene sentido, por eso me había sentido de esa manera, por eso la nostalgia, me voy a morir y lo cierto es que nada tiene caso, porque ya no quiero seguir luchando. Conduje con la música a todo volumen por las avenidas, escucho las bocinas de los autos sonar, pero no sé ni que estoy haciendo, conduje hasta mi departamento, sería el último lugar en el que alguien me buscaría.

Antes de llegar compré un par de botellas, y dos cajetillas de cigarro, me tumbé sobre el suelo sobre lo que alguna vez fue mi habitación, no puedo hablar, no quiero pensar, ahora entiendo porque comenzaba a ser tan feliz, nadie puede ser feliz siempre, nadie merece la felicidad y menos yo, supongo que es lo que me toca vivir, quizás estoy pagando algo, lo lamento tanto por mi familia, por Victoria, por todos los que me rodean.

Apagué el celular y comencé a beber, copa tras copa y cigarro tras cigarro, el pecho me duele, siento cosas extrañas en el estómago y parece que algo ajeno a mi cuerpo, me está consumiendo poco a poco, bueno no parece, así es y se llama cáncer.

Una última vez...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora