Capítulo 25

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Victoria Pedrero.

Así que, sin más a la mañana siguiente, Hugo paso por mí y me llevó a la clínica, resulta que después de todo, coincidimos en muchas cosas y es genial, creo que nos llevaremos bien, a excepción de la presión por nuestros padres, creo que será una gran amistad o algo así.

- Gracias, me quedaré aquí.

- Puedo pasar por ti más tarde si tú quieres -dijo al apagar el coche frente a la entrada principal.

- No te preocupes, estaré bien. Tengo que hacer algunas cosas.

Se acercó a mí y me besó en la mejilla, salí del auto y cuando estaba a punto de desaparecer, escuché que grito mi nombre, llegó corriendo hacía mí, con una bolsa en la mano y en la otra, un termo.

- Lo siento, casi lo olvido, esto es para ti, supuse que no habías desayunado ya que pase más temprano de lo acordado, espero que te guste, ayer mencionaste que amabas los paninos de pavo, así que -me extendió la bolsa y el termo y los tome.

- ¿En serio?

- Tranquila, un gracias basta.

Dio media vuelta y se marchó, inevitable no observarlo hasta que desapareció por la esquina, subí hasta el piso, y me encontré de frente con Susana, que apenas me vio y se esfumo, pobre perra, aunque eso me daba el espacio que necesito para hablar con el Sr. Jesús y no pienso desaprovecharlo.

- Hola buenos días, ¿alguna noticia? -me acerqué a él.

- Ninguna, sigue sin reaccionar, pero dicen que es normal. ¿No irás a la oficina?

- Sí, de hecho, pase porque quería saber de ella y quería hablar con usted, si me lo permite.

- ¿Qué sucede? -nos alejamos un poco.

- ¿Recuerda la sugerencia de la Licenciada?

- ¿Qué exactamente?

- Dejarme su puesto si ella, ya sabe.

- ¿Qué se muera? ¿En serio? ¿Quieres tomar su puesto ya? -preguntó molesto.

- No, no, déjeme explicarle, me refiero más bien a que me gustaría poder apoyarla en su ausencia, quiero que se recupere y cuando esté lista vuelva, pero no me gustaría que alguien más ocupe su lugar, si yo puedo apoyarla, sin ninguna clase de mérito.

- ¿Quién querría hacerlo? Nadie quiere quitarle el puesto a nadie.

- De hecho sí, Susana, por ejemplo.

- No lo creo, ella jamás haría algo así.

- Bueno no soy quien, para hablar de ello pero quizás debería tratar de ver más a fondo Licenciado, con todo el respeto que se merece, a veces pasan cosas y no podemos verlas por cegarnos ante ciertas situaciones.

- Entonces, ¿planeas ocupar ese lugar?

- Si, siempre que usted lo autoricé claro.

- No lo sé, hablare con el comité. El acuerdo realmente fue otro, así que podrían cambiar las cosas. Pero yo te aviso apenas pueda.

En ese momento, el doctor salió, al fin había noticias.

- Buen día a todos, despertó, parece que todo está bien, sólo que está muy cansada, por el momento será mejor no molestarla, ya que de ninguna manera puede hablar por lo menos no ahora, yo los mantendré informados.

Y con la sonrisa que esa noticia había dejado, volví a la oficina, ahí todo era normal, extrañamente normal, aunque extraño, porque ella no estaba detrás de la puerta y eso lo hace anormal para mí.

Una última vez...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora