Capítulo 28

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Victoria Pedrero.

¿Cómo diablos le explicas al chico que le gustas, que en realidad te gusta una chica?, no sé creo que nunca me había topado con alguien así, jamás había tenido que explicarle a alguien mi preferencia sexual y parece más complejo de lo que realmente es. Porque por más que he dado vueltas al tema, lo cierto es que después de besar a una mujer, quiero volver a hacerlo, me gusta, me gusta esa puta sensación de delicadeza.

- Es aquí donde respondes -dijo nervioso.

- Lo sé, lo siento..., no puedo aceptar -evité verlo a los ojos.

- Te gusto, ¿no?, ¿por qué no?

- Me caes muy bien Hugo, pero no, no puedo mentirte.

- ¿Hice algo malo?

- No, de hecho no, has sido muy lindo conmigo, pero lo cierto, es que no puedo aceptar, porque me gusta alguien más.

- ¿Qué?

- Hugo, quiero estar sola, ¿puedes dejarme? -me zafé de él.

- No entiendo Victoria, esto parecía real, el inicio de algo -me tomó de la mano.

- ¡Vete! Por favor.

- SI cambias de opinión, en serio Victoria me encantaría poder ser algo más. En serio me gustas. C reo que tú y yo nos vemos genial juntos.

Se acercó a mí, me dio un beso en la comisura de mis labios y se marchó, gracias por no hacer más preguntas incómodas y marcharte antes de terminar de arruinarlo, tomé el teléfono y comencé a insistir de nuevo, llamada que no iba tener respuesta lo sé, ¿por qué no puedo enviarte al diablo Covarrubia? Y como es que tú lo logras, así de sencillo.

Luego sin saber que estoy haciendo realmente, comencé a beber, copa tras copa, sin importar nada, tome una botella, la metí a mi bolso y conduje hasta la casa de mis padres, siempre he sido la chica que todos quieren que sea, siempre he sigo una apariencia, hasta que Sara me beso, y eso cambió, estaba dispuesta a hacer todo por ella, pero ella no lo hizo por mí, luego Covarrubia, ni siquiera sé que soy para ella, ¿le importo como ella a mí?; pero concluyo en algo, no importa quien esté a mi lado, si no el hecho de que yo misma me acepté, y no lo estoy haciendo bien. Ya no siento miedo, bueno sí, pero es miedo a no poder luchar por lo que realmente quiero.

Me empiné la botella y una vez llena de valor, de ese valor que solo el buen tequila puede darte, toqué la puerta ya es muy noche, pero de seguro ambos estarían en la sala, viendo ese estúpido programa que los emboba hasta muy tarde. Mamá abrió la puerta, me ve asustada, la tomé de la mano y la llevé hasta donde papá estaba.

- Necesito hablar con ustedes.

- Estás borracha Victoria -dijo papá furioso.

- Sí, algo, pero lo suficientemente consciente para hablar con ustedes de una vez por todas.

- ¿Qué quieres decir?

No hay momento exacto para ciertas cosas, solo impulsos tremendos.

- ¿Recuerdas lo de Sara? ¿Tenías ciertas dudas, no?, quiero aclararlas todas. Si es cierto todo lo que esa persona te dijo y si me enredé con ella, Sara me hizo sentir muchas cosas, descubrí mi gusto por las mujeres, gracias a ella.

Ambos me ven, apenas pueden parpadear.

- Me gustan las mujeres, no siento nada por el idiota de Hugo y lamento si todo eso...

Apenas pronuncié mamá se aventó contra mí y me planto una cachetada, que me hizo recuperar un poco de cordura, incluso creo que el alcohol se esfumo un tanto dentro de mí, siento como mi piel punza.

Una última vez...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora