María José.
Nos apartamos del bullicio, se ve muy nerviosa, yo también lo estaría si fuera ella.
- ¿Cómo te sientes?, supe que superaste el cáncer, felicidades.
- Eso dicen los doctores, creo que personalmente nunca terminas de creer que eso es cierto. Pero dime, ¿de qué quieres hablar?
- Victoria -agachó la mirada.
- Sigues sintiendo cosas por ella, ¿cierto? -le pregunté viéndola, aunque ella evita mi vista.
- Es evidente, ¿no?, Victoria siempre va significar mucho para mí, el problema es que no puedo decir lo mismo de ella.
- ¿Estás segura?, puedo jurar que se aferró tanto a ti, que comenzaba a ser patético.
- Estoy muy segura, y si me preguntas como lo sé, es sencillo, tú llegaste a su vida, por favor Covarrubia, no seas lo que yo fui, ella merece ser feliz y si es contigo solo quiero saber que tú no la dañarás.
- Sabes, creo que no deberías pedirme algo así, sobre todo cuando sabemos que tú fuiste una perra con ella, las niñas como tú piensan que pueden llegar a arruinar la vida de personas como Victoria, armar remolinos en el corazón y luego huir aterradas; sabes Sara, no tienes que pedirme algo así, porque entre tu y yo, hay una enorme diferencia, yo si tengo en claro lo que quiero.
Di media vuelta y fui hacía la fiesta, da igual si de algo he de morir, que sea de un buen trago, me serví una cuba de whisky y me recargue sobre la barra. Un par de chicos se me acercó, luego una chica y así se repitió hasta que logré ver a Victoria de nuevo, un tipo bailaba con ella.
Adoro ser el centro de atención, y la verdad es que entre todas las perras, me gusta ser la mejor. Bebí de golpe lo que restaba en la bebida y me puse en el centro de la "pista", si se le puede llamar así. Comencé a bailar sola ahí, con movimientos suaves, llevando mi cadera de un lado a otro, levantando un poco mi pierna, jugando con mi cabello, siento la mirada de muchos, Victoria se detuvo, la veo observarme, perfecto, tengo tu atención. Me toma de la mano y me aleja de todos un poco.
- ¿Tú? ¿Qué haces aquí?
- Sólo vine a tomar algo y ponerme esto -extendí los brazos-. Es un tanto ridículo.
- ¿Ridículo?, ¿has visto como te ven todos?, te vez increíblemente sexy.
- No sabía que tenías más admiradoras aparte de Sarita -bebí un sorbo.
- ¿Puedes beber eso?, bueno no sé porque lo dices.
- Claro que puedo... Olvida lo que pregunte.
Lo cierto es que en mi vida existía Keyla, Laura y muchas chicas más, así que no dudaba que en la vida de Victoria la historia fuera la misma y no tenía porque molestarme, además, estoy en un punto de mi vida en el que pedir explicaciones suele darme flojera.
- ¿Quieres ir a otro lado?
- Tengo una mejor idea, ¿quieres ir a mi departamento? -me preguntó emocionada.
- Suena bien.
Victoria.
Subimos al coche, no digo nada, porque no sé que decir, pero la observo cuidadosamente, cuando la luz se cola por las ventanas, su pierna desnuda se ilumina, puedo ver su pecho y recordar esa imagen de su pezón desnudo, me hace tener pensamientos poco elocuentes.
- A la derecha, ahí justo debajo del árbol -le indique.
Subimos por el ascensor, abrí la puerta y puse algo de música, por suerte había guisado una pasta y tenía algo de beber para ambas. Hasta ese momento ni una de las dos ha dicho nada, comienzo a sacar todo, abro la vitrina y cuando giró ella esta ahí, a escasos centímetros de mí. Se ve hermosa.
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Una última vez...
Teen FictionSi amaste a María José Covarrubia y Victoria Pedrero. (Sin límites y De 0 a 360 grados antes de... María José Covarrubia), no podrás dejar de leer esta increíble historia. Amor, odio, traición y mucho drama.