Una última vez...

Capítulo 36

Victoria

Comencé explorando la suavidad de su piel, no quiero ser brusca porque no quiero dañarla. Por otra parte, muero de miedo, me siento tan inexperta con ella, ¿por qué? es María José Covarrubia, eso responde todo. No sé con cuantas chicas ha estado y para ser sinceras, no quiero saberlo, menos ahora, lo que me queda claro, es que no quiero arruinarlo.

Me atreví a besar su cuello y acariciar su pecho cuidadosamente, siento como un toque eléctrico me recorre, mis poros se han activado y parece que mi sistema nervioso va estallar.

- Tranquila, todo está bien -dijo al percatarse.

Me tomó de la mano y caminamos hacia la cama, nos sentamos frente a frente, me tomo de las manos y me ayudo a sentirme más cómoda explorándola. Puso mis manos en sus piernas, guiándome con sus propias manos, me hizo llevarla hasta sus pechos, siento sus pezones firmes y luego me hace llevar las manos a su entrepierna, puedo sentir su humedad y es imposible que no sienta como mi propia entrepierna comienza a lubricarse a pasos agigantados.

Luego ella toma el control de la situación, se pone de rodillas frente a mí, desliza mis shorts, no puedo dejar de observarla, toma mi blusa y la avienta por los aires, se inclina para besar mi cuello y solo puedo aferrarme a las sábanas, levanto el cuello, muerde mi lóbulo derecho, abre mis piernas con su rodilla, me desabrocha el sostén y se inclina para besar mi pezón derecho, se me escapa un gemido instantáneo y siento mis mejillas ruborizarse.

- Tranquila. ¿Quieres que siga? -me preguntó levantando la mirada.

- No te detengas por favor...

Se agacha, muerde mis bragas y las desliza lentamente, besa mis pies, sube poco a poco, me recuesta y luego desliza sus pechos por mi rostro, intento lamerlos ligeramente, pero fue imposible, presiona mis pechos, siento sus labios en mi pezón, siento como comienza a lamerlos, los muerde ligeramente y luego los succiona cuidadosamente, no puedo dejar de arquear mi cintura y gemir, me aferro aun más a las sábanas, besa mis labios y luego sus dedos rozan mi sexo cuidadosamente, comienza a masturbarme con movimientos circulares, sus uñas largas me prenden aún más, besa mi cuello, baja a mis pechos y repite este movimiento una y otra vez.

María José.

Decido avanzar un poco más, meto un par de dedos en ella y enseguida lo hago ella comienza a gemir, sus movimientos delatan lo excitada que se encuentra, siento como presiona sus músculos, mis dedos siguen moviéndose, los saco, los llevo a mi boca, los lamo un poco y los vuelvo a introducir. Nunca he sido una chica que práctica el sexo en todas sus presentaciones de buenas a primeras, pero es Pedrero.

Abro sus piernas un poco más con mis piernas y desciendo, lamiendo su vientre y llegando a su sexo, apenas la toco con la lengua, sé que se vino una y otra vez, decido lamer lentamente, su sabor es peculiar pero adictivo, no sé como explicar su sabor, pero es delicioso y lo es más aun, tener el control del momento de ella, ella suplicado más y más.

Se viene una vez más, subo a sus labios y los beso, el roce de nuestras lenguas me prende demasiado, pero me doy por satisfecha con haber logrado que ella se viniera más de una vez gracias a mí.

- No soy tan buena como tú, pero...

- ¿Pero? -mordí mi labio.

- ¿Puedo intentarlo?, nunca lo he hecho.

- ¿Qué exactamente?

- Probarte -respondió apenada.

Ni siquiera respondí, comencé a besarla y ahora era ella quien tomaba el control de ese instante, bajo a mis pechos, los observo, luego besó mi cicatriz, adornada por un parche, observo mis pezones, me sonrío y se deslizo, mordió mi pelvis, la verdad es que yo no puedo dejar de moverme, abro mis piernas un poco más, se sumerge y siento su lengua, para ser la primera vez debo admitir que sabe moverse. Ni siquiera puedo hablar, me concentro en el momento, en la sensación, en ella, en sentir como se va formando el orgasmo, hasta que surge.