capítulo 24.

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LOS MISTERIOS DE LOLA.

CAPÍTULO 24.

LUCHANDO JUNTOS.

Llegamos a mi casa, ya se imaginarán la alegría de mis padres al ver que todo estaba solucionado entre nosotros. Cenamos y platicamos unos minutos. Luego subimos a mi cuarto, no saben cómo me dolía ver esa cuna vacía. Me paré frente a ella, las lágrimas empezaron a salir, sus brazos me rodearon por la espalda, sentía su aliento caliente en mi cuello, con una voz tan dulce me decía.

—Mi princesa te juro que recuperaremos a nuestro hijo, volverás a sonreír. Haré todo lo posible por traerlo de nuevo a tus brazos, eso te lo juro, juntos lucharemos. Mi bonita tienes que ser fuerte.

Lo abracé fuerte escuchando los latidos de su corazón que calmaban mi angustia. Solo él tenía el poder de hacerme sentir que nada malo pasaría, solo con sentirlo cerca de mí me daba tranquilidad, a pesar de estar en medio de una tormenta, solo con él me sentía protegida.

—¿Tú crees que me devuelvan a mi niño? Te juro que me muero si me lo quitan.

Pegó su frente a la mía y secó mis lágrimas con sus besos.

—¿Crees en mí? —preguntó.

—A ciegas amor —respondí.

—Te juro que traeré a nuestro pequeño de nuevo con nosotros, no me importa lo que tenga que hacer, él es mi hijo y no dejaré que lo alejen de nuestro lado. No llores mi bonita, te juro que todo volverá a la normalidad y podremos formar la familia que siempre soñamos. Nos casaremos y todo esto solo será un mal recuerdo.

—Que sería mi vida sin ti —Lo abracé.

—Mañana iremos al juzgado, Manuelito tiene mi apellido,  legalmente es mi hijo. Ellos no podrán alejarlo de nosotros.

— Sí mi vida ¿Crees que podamos ir a verlo? —inquirí.

—Claro que sí mi bonita.

—¿Y si mis tíos no nos dejan verlo? —Pregunté preocupada.

—Tendrán, no pueden evitarlo.

Hablamos unos minutos, estaba más tranquila. Estaba dispuesta a todo por mi hijo, Juanse como siempre mi apoyo incondicional, mi fortaleza, mi todo. Él estaba sentado en la cama, yo recargué mi cabeza en sus piernas  mientras él acariciaba mi cabello.

—Ya es tarde, es hora de irme, mañana paso temprano por ti.

Me incorporé y me senté encima de él. Lo abracé y  le susurré al oído.

—Quédate conmigo, a mi lado, toda mi vida, no me dejes nunca.

—Me quedaré una vida entera a tu lado mi bonita.

Me puse mi piyama, me acosté en sus brazos, no quería separarme de su lado. Me arrullaba, al escuchar los latidos de su corazón me sentía protegida, escuchar su respiración cerca de mi rostro me daba tranquilidad. Acaricié sus labios con los míos, me besó como solo él sabía, con dulzura.

—Te amo vida mía —Susurré.

—No más que yo —Sonrió.

—Eres un presumido — me miró.

—¿A poco no es así? Podrían arrancarme el corazón y aún así te amaría.

Le di un pequeño beso. Sonreí.

—Demuéstramelo,  bésame, déjame sin aliento —pedí.

—Eso para mí es un placer —Sonrió.

© LOS MISTERIOS DE LOLA. #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora