capítulo 3.

3K 182 12
                                    

LOS MISTERIOS DE LOLA.

¿Amor o culpa?

Capítulo 3.

Cinco meses después.

Todo transcurría con normalidad. Pasaba en la universidad y ayudando a Leila con los preparativos de su boda. Por supuesto, pasaba el mayor tiempo con mi hijo y con Juanse. Yo hacía mi mejor intento por mirarlo con otros ojos. Me levanté temprano, más de lo habitual. Quise ir a su casa a darle la sorpresa, mi suegra me dejó pasar y me dijo que subiera a su cuarto, ella estaba de salida.

Entré, él estaba en el baño, me senté a esperarlo en la cama. Salió con la toalla en la cintura, su cabello desorganizado, gotas de agua corriendo por su pecho, wow que sexy se veía. Lo miré de pies a cabeza, involuntariamente me mordí
el labio inferior. Se sorprendió mucho al verme.

—¡Princesa, que linda sorpresa!

—Quería sorprenderte y darte los buenos días.

Me acerqué y lo miré con malicia. Puse mi mano en su pecho y la bajé suavemente hasta su abdomen. Le di un pequeño beso, mordí su labio inferior, él  solo se estremeció.

—Qué bella sorpresa.

Me rodeó con sus brazos y me besó. Sentí una corriente que me pasó desde la punta de los dedos hasta la cabeza como si tocara una cuerda de luz. Ese beso no solo me erizó a mí, a él también.  La toalla empezaba a levantarse por sí sola. Él trató de disimular, giró dándome  la espalda buscando la ropa. Lo rodeé por la espalda y con mis labios rocé su cuello. Con mis brazos acaricié su pecho, su respiración aumentaba, sus manos temblaban, su corazón latía más rápido que nunca. Como no, si todo ese tiempo había sido tan paciente conmigo, yo sabía que él me deseaba aunque no me presionara. Su piel se enchinó.

—Que guapo te ves así, todo mojado, tu cabello rebelde, me encanta.

Jugaba con su cabello, dio media vuelta. Me tomó por la cintura con fuerza y me haló hacía él, con la voz temblorosa susurró.

—Tú-tú  provocas cosas incontrolables en mí, lo siento.

Lo miré y sonreí. Sabía a qué se refería, a la gran erección que tenía.

»Trato de controlarlo, pero no puedo.

Me besó con esa dulzura que mataba. Besó mis labios, los mordió suavemente con sus dientes. Bajó por mi mentón dejando pequeños besos, siguió  por mi cuello llenándolo de besos. Sus manos temblaban y eso tan delicioso se quería salir de esa toalla.

—No te disculpes por eso, admiro tu fortaleza.

Bajé mi mano acariciando su miembro por encima de la toalla, él solo pasó saliva. Sentí como tensó su pelvis. De un halón le quité la toalla dejándolo totalmente desnudo. Que sensual se veía, su cuerpo era muy lindo. Le guiñé un ojo  y me incliné. Me miró confundido, quiso hablar, pero lo interrumpí.

—¡Shhh! No digas nada cariño, solo disfruta.

Lo tomé con mis manos y lo acaricié suavemente. Que lindo fue ver como se estremecía con cada roce de mis manos. Cerró sus ojos, su respiración se hacía  pasada, qué guapo se veía. Pasé mi lengua por el tronco, él solo respiró. Con mi lengua lo rodeaba todo, hasta meterlo poco a poco, coordinando los movimientos de mi boca con los de mis manos. Escucharlo gemir era más excitante aún. Sentía escalofríos y la humedad de mi intimidad me confirmaba que también lo deseaba.

Aumenté los movimientos metiéndolo  hasta el fondo de mi garganta, eso le desesperaba aún más. Soltaba pequeños gruñidos que salían de lo más profundo de su pecho. Me tomó del cabello guiando los movimientos, pidiéndome que aumentara la intensidad. Así lo hice. Con mi mano lo masturbaba sincronizando los movimientos con mi boca. Se recargó en la pared, tensó con fuerza sus caderas, soltaba gemidos deliciosos.

© LOS MISTERIOS DE LOLA. #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora