capítulo 28.

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LOS MISTERIOS DE LOLA.

CAPÍTULO 28.

MUERTA EN VIDA.

Abrí los ojos de golpe, él estaba ahí firme a mi lado. Estaba pálido, de inmediato llamó al doctor que al instante llegó a revisarme. Cuando por fin pude hablar pregunté.

—¿Cuántas horas llevo aquí?

Juanse y el doctor cruzaron miradas, me miró algo confundido.

—Mi bonita, llevas 8 días aquí.

Estaba desorientada, no podía creer que había pasado tanto tiempo. Entonces recordé, lo tomé de las manos y  pregunté.

—¿Dime que solo fue una pesadilla, ya encontraron a mi niño, verdad?

Bajó su mirada, una lágrima rodó por su mejilla.

—Mi bonita, te juro que estamos haciendo todo lo posible.

—¡Ay no! Mi niño, no puede ser, dime ¿Ya le hablaron a la policía? Dímelo.

Él trató de calmarme, pero la angustia me mataba, me abrazó.

Me dijo que tenía que calmarme, que ese mismo día le  hablaron a la policía, pero que aún no encontraban nada. Al parecer no dejaron rastro, ni testigos, no había nada. Tampoco parecía un secuestro porque nadie había llamado a pedir rescate, pusieron fotos en todos lados, pero nada.

No podía controlar  las lágrimas, me dolía el alma, estaba destrozada. La enfermera entró con un calmante, no dejé que me cedaran, empecé a manotear hasta que me zafé de los brazos de Juanse y le tiré la charola al piso. Me arranqué el catéter y la máscara de oxígeno, pero al tratar de bajarme las piernas no me respondieron, caí al piso.

Movía mis manos golpeando el piso. Lloré, solo quería que eso acabara pronto. Juanse me tomó en brazos, tampoco podía hablar, un nudo se formó en su garganta.  Me abrazó con fuerza, escuché  los latidos de su  corazón que poco a poco me calmaron.

—Te juro mi bonita,  no importa lo que tenga que hacer, pero traeré de regreso a nuestro hijo.

—¿Me lo juras? ¿Mi niño, dónde estará?

—Te lo juro, si me toca hacer un pacto con el mismo diablo lo haré, con tal de traerlo con nosotros.

Me refugié en sus brazos y lloré. Sentía morir, me quedé en silencio con la mirada fija en un punto específico. Entonces escupí.

—¡Fue Carla, ella lo tiene!

Traté de levantarme, pero él me lo impidió. Tomó mi rostro en sus manos, empezó a hablarme, pero yo lo ignoré. Le repetía que esa mujer tenía a mi niño, que teníamos que ir por él.

—Amor, cariño.

Recostó su cabeza en la camilla, lloró, las palabras no le salían, me partía el alma todo lo que estaba pasando, lo abracé, con la voz quebrada susurró.

»También creí lo mismo, ese mismo día le dije a la policía por lo de sus amenazas, la investigaron, pero no había ninguna prueba en su contra. A la hora que sucedieron los hechos ella estaba en la universidad y hay testigos.

No podía desaparecer así no más, le dije que me quería ir, que tenía que buscarlo, dónde no lo sé, pero no me quedaría aquí, después de tanto insistir accedió. Aún me sentía muy débil, mis piernas estaban como adormecidas, el doctor no quería darme salida, pero ya saben que cuando algo se me metía  a la cabeza nadie me hacía cambiar de opinión.

—Vamos a casa de esa mujer, no confío en su palabra —pedí.

—Está bien amor, solo trata de calmarte, no quiero que tengas otra recaída.

© LOS MISTERIOS DE LOLA. #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora