XX

3.7K 386 17
                                    

Slova:

-¿Qué es lo que está pasando?- Pregunto a Amaestral, quién mira el ventanal.

-El Rey... El Rey Andrew castigó a la princesa, y el príncipe enloqueció... Casi rompen la cadena, por la fuerza de sus voluntades- Dice él calmadamente, suspirando.

Acaricio suavemente a la loba pelirroja que tengo a mis pies, un lindo regalo de Atte.

-Laila- Digo mientras coloco su collar, un collar de piedras preciosas con un enorme valor, no comercial, pero es de extremo valor para esta lucha -Tu nombre es Laila- Le repito a la loba volviéndola a acariciar.

-Mi señora...- Amaestral me saca del momento especial con mi loba -El Rey la castigó por una cajita de música... Con una rosa tallada- Dice Amaestral mirándome fijamente.

Dejo de acariciar a Laila, me coloco los guantes negros, no puedo tocar casi nada en esta condición, y la ropa negra me ayuda a mantenerme estable.

-¿Rosa tallada?- Vuelvo a preguntar, solo para confirmar.

Me acerco a Amaestral, él sonríe mientras toma su copa de sangre, el acto me es repulsivo a pesar de que soy igual a él.

-Señora...- Amaestral camina en mi dirección palmeando mi espalda -Nuestra Angie está recordando- Él dice con satisfacción.

-Nuestra... Angie- Digo mientras Amaestral se retira.

La pequeña Angie... La humana peculiar.

Adán:

-¿Cómo estás preciosa?- Digo en un susurro a Angie quién abre los ojos lentamente.

-Duele mucho...- Lloriquea.

Está boca abajo en la cama, la hinchazón no ha bajado y su piel está muy roja, a pesar de la nieve y las plantas medicinales le arde demasiado.

Thomas ha ido por la ayuda de una bruja muy famosa para que ayude a Angie a curar la fractura de su brazo.

Yahram se ha encargado de mantenerla drogada para que no le duela y no se mueva mucho para evitar que se dañe más.

-Ese maldito- Digo mientras me alejo de la cama -Me las pagará- Me levanto para volver a pelear con mi padre.

-Adán...- Mi nombre suena tan dulce cuando sale de sus labios -Quédate- Dice ella en un suspiro.

Me detengo en seco, ¿Ella me ha pedido que me quede?

-Claro...- Me acerco a su cuerpo, tiembla, no tiene nada puesto ya que eso ayudará a sus heridas.

-Te colocaré una cobija- Me acerco a la puerta para llamar a las sirvientas.

-No- Dice ella moviéndose -Quiero uno de tus abrigos... De tus abrigos negros- Sonríe de lado.

Me acerco al armario, saco mis abrigos, todos son iguales, pero no me he puesto ninguno.

Me acerco a ella con uno de los abrigos que he tomado.

-No...- Dice con un jadeo -Quiero el que tienes puesto- Me señala.

No le reprocho, me quito el abrigo, debe oler mucho a muerte, una parte de mí no quiere dárselo por ese motivo, y la otra parte sí.

-Angie... Esto...- Comienzo a decir.

-Lo sé, por eso lo quiero- Dice ella interrumpiendo.

Dejo caer el abrigo lentamente sobre su cuerpo, suelta una mueca entre alivio y dolor.

-Te traeré el desayuno- Le digo suavemente.

-No tardes- Dice ella.

Salgo de la habitación confundido y realmente triste.

Ella tiene que sufrir todo esto... Por mi culpa.

¿Qué puedo hacer para que no sea dañada más de esta horrible forma?

Me estoy comenzando a volver loco.

-Príncipe- Saluda Gisel -Le quitaremos las plantas a la princesa- Dice calmadamente.

-Claro, trátala bien Gisel- Digo asintiendo.

Hace una reverencia y entra en la habitación.

La cocina del castillo solo se ocupa para que coman los criados humanos, pero ahora tenemos un chef especial para Angie, todo lo que mi princesa necesite.

-Huevos con salchichas y tocino- Dice el chef mostrándome el plato, se ve apetecible -¿Qué bebida desea?- Pregunta.

-Solo... Agua natural- Respondo, la cabeza me comienza a doler.

El hombre pone una copa alta con agua natural, está a punto de decirle a una de las criadas que lo suba, pero tomo la charola y me marcho.

Paso de largo a las mucamas y sirvientas que me miran curiosas, entro en la habitación, Angie está siendo ayudada a incorporarse lentamente, Gisel le coloca mi abrigo, seguro le han dejado sus bragas puesto que el sostén aún puede afectarle, Gisel y las demás hacen una reverencia.

-Fuera- Digo mientras dejo el desayuno de Angie en la mesa de dormir.

Cuando ellas salen, Angie se acerca a mí mirando su desayuno.

-No... No deberías ser tan duro con ellas- Dice moviéndose con dificultad.

-¿Ellas?- Digo mientras acerco la primera cucharada a su boca.

-Las chicas... Son buenas conmigo- Dice Angie de manera tímida.

-Te refieres a las sirvientas- Toma la segunda cucharada mirándome mal -Esta bien, suavizaré mi tono con ellas- Me rindo, no voy a hacerla enojar ahora.

Angie sonríe y yo le sigo, come en silencio dejándose alimentar por mí.

Cuando termina, dejo la bandeja en la mesa para dormir.

-Adán- Dice ella acercándose más -Gracias... Por cuidarme- Me sonríe.

Mi corazón se hace trizas...

¿Cómo Angie puede agradecerme cuando está así de mal herida por mi causa?

Es muy cruel.

-Siempre te cuidaré- La tomo de las mejillas suavemente para que me mire -Te amo, Angie- Le digo sinceramente.

Escucho como su corazón se acelera, baja la mirada y esconde su rostro en mi pecho, la abrazo con cuidado, nos quedamos así un buen rato.

No podría perder nada si Angie se va, ella ya es completamente parte de mí.

E.

El Último Príncipe Vampiro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora