IV

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Angie:


-Ya estás lista- Jeny se ha encargado de lavar mi cuerpo lleno de cicatrices y me ha puesto un vestido como de princesa.

Hoy es un día importante para el amo, es su cumpleaños y muchos vampiros de la nobleza llegarán, quizá el príncipe también, así que debo estar presentable para que se alimenten de mí como en cada cumpleaños.

Intenta ocultar con una espalda alta la piel roja que aún me arde.

-Todo pasará pronto, yo estaré aquí esperándote-

Le agradezco con la mirada, ella es lo más cercano que tendré a una madre.

Llaman a la puerta y Jeny abre dejando entrar a uno de los guardias para que me lleve a mi respectivo lugar en el banquete.

Subimos por las mazmorras nauseabundas hasta dar con la puerta que conecta al interior del castillo, el guardia viene vigilándome o deseando comerme, es un vampiro, pero sé que mi sangre dulce le supone una tentación.

Al llegar, el amo ya está dando la bienvenida con una serie de chistes malos con la que sus invitados se ríen.

El guardia me indica que me quede entre las sombras hasta que el amo me llame.

Hay más comida, claro, mucha más comida, pero nada los llena como lo hace la sangre humana, estos deliciosos platillos solo son como aperitivos para estos seres odiosos con pieles pálidas y perfectas y ojos inusualmente rojos.

Solo los de la realeza tienen ojos de colores variados, por eso se distinguen del resto.

-Y ahora, que inicie el banquete-

Las puertas se abren dejando ver a una fila larga de teselas jóvenes totalmente aterrorizados, algunos incluso están llorando, casi nadie toca la comida de las mesas, se concentran más en beberse a las personas, hasta que caen al suelo, algunas muertas, otras inconscientes.

Las teselas solo servimos para esto... Para saciar la sed eterna de estos repugnantes seres.

El amo me hace una señal, sé que no me matara dejándome sin sangre, pero sí que beberá lo suficiente como para que me desmaye o me duela la cabeza.

-Se una niña buena y dame tu brazo- Dice con un tono de voz asqueroso.

Resignada, le tiendo el brazo, sus ojos rojos cambian a ese rojo hambriento al oler mi sangre, me han contado que con la realeza es diferente, con ellos sus ojos se vuelven de un tono chispeante.

El amo me clava los colmillos y yo me esfuerzo por no soltar un chillido de dolor.

Siento como me arde, como mi sangre se va de mi cuerpo a una velocidad impactante.

El amo se detiene justo antes de dejarme seca.

-Como has sido una buena niña, puedes ir a comer del banquete, pero ten cuidado, nadie puede morderte porque morirás, uno de mis guardias estará vigilándote-

-Gracias amo- Digo mientras me arrodillo.

Hay tantas cosas ricas, no sé por cual empezar hasta que a lo lejos veo un lechón con la carne tostada y humeante, cuidando de no chocar con ningún vampiro, voy a servirme de esa dulce carne.

La puerta del castillo se abre anunciando fuerte y claro.

-Su alteza real, el Príncipe heredero Adán Kylroyan y su corte real-

No soy capaz de comer nada al ver su hermoso semblante, ningún vampiro me había parecido atractivo, es más, ningún hombre, pero él tiene una belleza sobrenatural y no solo soy yo quien lo nota.

Muchas vampiresas saltan entusiasmadas o dejan salir largos suspiros.

Todos hacen una reverencia exagerada y yo intento hacer lo mismo que ellos, pero cuando levanto la cabeza veo que el príncipe viene en mi dirección con los ojos claramente ámbar brillantes.

Hay no, ¿Qué voy a hacer si me pide mi sangre?

E.

El Último Príncipe Vampiro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora