IX

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Angie:

Solo a mí se me ocurre decir semejante cosa a un demonio como Adán.

Resulta algo irónico que se llame de esa manera, bueno, ahora estoy encerrada en su habitación.

Hay dos guardias en las puertas custodiando, saldría por el balcón sino estuviéramos a 6 metros de altura, pensaría en aventarme y morir, pero también hay dos guardias debajo.

Observo la obscura habitación, todo huele a muerte... Sin embargo... Adán tiene un olor distinto, sigue siendo a muerte, pero algo distinto, algo casi humano, no sé describirlo.

Hay ropa tirada por dónde sea y polvo, muchísimo polvo.

Abro una de las puertas con cuidado, ahí está el guardia que me observa con algo de hambre.

-¿Puedo pedir un favor?- El guardia lo medita.

-Depende de que- Dice en tono fuerte.

-Solo quiero cosas para limpiar- Respondo calmadamente.

-¿Cómo sé que no harás otra cosa?- Dice un poco cansado.

-¡Solo mira esto!- Abro la puerta un poco más para que revise, ambos guardias se asoman -Necesita una limpieza urgente- Digo señalando el evidente desastre en este cuarto.

El guardia asiente, le dice a su compañero que vigile y yo entro, comienzo por separar la ropa de Adán que parece más sucia en un montón y la que está más o menos limpia le quito el polvo y voy metiéndolo en su gran closet.

Llaman a la puerta y yo les dejo pasar, el guardia me da una escoba, un trapeador, un par de trapos, dos cubetas con agua y algo de jabón, agradezco por su amabilidad y sigo con lo mío.

Limpio y limpio, las heridas de la espalda me duelen de vez en cuando por la fricción, pero ya estoy acostumbrada a esta clase de dolor, en el castillo del Conde Rel no era como que pudiera tomar tiempo para descansar, ordeno cuanto puedo, copas de sangre seca por allá, ropa sucia por acá, cosas innecesarias de ese lado.

Cómo no tengo nada para sacar el polvo, abro el balcón y grito lo más fuerte que puedo para que no le caiga encima a los guardias, debieron oírme, son vampiros, su audición es estupenda.

Lavo el piso y los espejos, limpio todo cuánto se puede de la primera parte, prosigo a limpiar la cama que aún tiene restos de las hojas medicinales, y muchos, demasiados, exageradamente demasiados tipos de pulseras y collares repletos hasta el tope con cuentas, vi esto alguna vez, mi padre las utilizaba para rezar.

¿Adán reza?

La puerta es abierta dejando ver a Adán, sus ojos miran su habitación ahora más presentable hasta que se detienen en un punto muy obscuro del cuarto.

-¿Moviste lo que hay ahí?- Señala con su dedo.

Me limito a negar con la cabeza, Adán ordena a los guardias que se lleven las copas y la ropa, después de quitarlo, toda la habitación parece aún más grande.

-No tienes por qué limpiar, podíamos llamar a una de las sirvientas- Su voz parece preocupada.

Se toma el pelo rubio como los rayos del sol.

Está observando fijamente mi espalda, me incorporo por completo para que deje de mirarme con esa preocupación tan ridícula.

-Yo puedo hacerlo- Digo sin más -¿Por qué tienes esto?- Señalo las cuentas para desviar la atención.

-Son para rezar- Dice en tono cansado.

Creí que los vampiros no rezaban ya que bueno, los creó un príncipe del infierno.

-No todos somos lo que debemos ser- Dice antes de salir de la habitación.

Seguramente mi rostro ha demostrado mis pensamientos, pero bueno, hay cosas realmente confusas en toda esta situación.

Intento seguir limpiando, pero mi curiosidad puede más, enciendo una vela y la acerco a esa parte obscura de la habitación, hay un bulto cubierto por una gran sábana blanca, la quito con cuidado.

Cientos de retratos de todos los tamaños de una hermosísima mujer se encuentran frente a mí, esa mujer tiene un parecido espeluznante con Adán y sus hipnóticos labios rojos son casi los mismos que los de él.

Acerco mi pulgar a la pintura de esos labios.

-Hermoso...- Susurro.

-Ella era mi tua cantante, la mujer que tu especie mató-

Me doy vuelta de un salto, frente a mí está el rey.

Hago una reverencia un poco nerviosa y no levanto la cabeza, mucho menos respondo a esa evidente acusación.

-¿Quieres dar... Un paseo?- Dice el rey en un tono que me hiela la sangre.

Mierda.

E.

El Último Príncipe Vampiro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora