XVIII

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Angie:

Despierto aturdida, la falta de oxígeno y la fría mano que me aprieta el cuello me hacen no saber si esto es real o es una pesadilla muy realista.

De pronto, soy azotada en el duro suelo de piedra de la alcoba, escucho que algo se rompe, pero no siento ningún dolor.

Definitivamente no es un sueño, soy jalada de los cabellos hacía atrás.

-¿De dónde la sacaste, maldita perra?- Es una voz que refleja una furia terrible contra mí.

El dolor es palpable, mi brazo duele como los mil demonios y lo veo colgando, a pesar de que intento moverlo no puedo, todo me da vueltas.

-¡Hice una pregunta!- Dice esa voz gritándome muy fuerte.

Levanto la mirada para ver a mi agresor.

El miedo entra rápidamente en mi sistema comiéndome el cuerpo entero al instante.

Es el Rey mismo.

-No... No... Lo sé- Digo con dificultad.

Voy a morir.

El Rey me tira al suelo de nuevo, caigo con el brazo roto y no puedo evitar soltar un aullido de dolor.

-Aprenderás que las mentiras no son buenas- Dice el Rey con los ojos totalmente rojos.

En un abrir y cerrar de ojos rompe el abrigo y el vestido que tengo puesto, coloca mis cabellos hacía el frente, sé lo que viene, he pasado por esto demasiadas veces.

El primer golpe se siente casi familiar, no es un látigo, apostaría que me golpea con una especie de collar pues no siento ese ardor que deja el látigo de cuero.

Este parece ser hecho de un material distinto.

Moriré, voy a morir a manos del Rey.

¿Dónde...?

¿Dónde está Adán?

-Maldita perra, como deseo matarte- Dice el Rey dándome otro latigazo.

Golpea nuevamente con más fuerza, no evito curvarme, aunque no grito, no lloro, me enseñaron que debo aceptar el castigo sin parecer una débil humana.

Después de 15 azotes más, el Rey me deja caer, no hago el menor esfuerzo por moverme, mi vista es borrosa por la acumulación de lágrimas y el fuerte dolor que proviene de mi brazo roto y mi espalda totalmente destrozada.

Veo que sostiene entre sus manos una cajita.

-Caja de música...- Susurro, más como afirmación.

-Ahora... Angie- Su tono parece doliente -Me dirás de dónde la sacaste, o te azotaré hasta que lo digas- El Rey ya no suena tan furioso, suena un poco más... ¿Triste?

Imposible...

Estos demonios... No tienen... Sentimientos...

La abraza a su pecho como queriendo protegerla, lo observo con detenimiento.

A estas alturas, él parece ser más indefenso que yo.

El Último Príncipe Vampiro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora