Tú, Yo y nadie más

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Estaba oscuro, escuchaba gritos lejanos, decía mi nombre, pero con gran desesperación, de nuevo era ese sueño.

Después de unos momentos los gritos intensificaron su volumen y ahora sabía que esa voz estaba llorando.

- ¡¡¡Eren!!! ...... ¡¡¡Eren!!! ...... ¡¡¡Eren!!! ......-  se notaban los sollozos y la voz se oía más ronca, como si el gritar tanto tiempo su voz se hubiera desgastado.

- Eren -  escuché por último, reconocí ese tono, era Mikasa, y al reconocerla su rostro apareció casi empapado en lágrimas.

Me desperté de golpe, sabía que algo estaría mal por todo lo que vi, pero al abrir mis ojos ella estaba bien, estaba dormida de forma muy tranquila pero por el pequeño salto que di al despertarme, al parecer fue suficiente para despertarla.

- ¿Qué pasa? ¿Estás bien? -  preguntó aún adormilada

- Sí, no te preocupes, estoy bien -  contesté de forma tranquila

- ¿Qué hora es? -  preguntó tallando sus ojos

- Como las 7:00, ya hay que levantarnos -

- Claro, sí, ya voy -  cerró sus ojos y se abrazó a mi

- Mika...si no llegamos al entrenamiento nos sancionarán -  acaricié su rostro y acomode su cabello

- Bien, está bien, ya me levanté -  decía mientras se mantenía sentada, tallando sus ojos y acomodando su cabello.

La miré por un momento y de verdad es algo difícil e increíble saber que de ahora en adelante ella y yo tenemos algo en común y muy en serio, simplemente pasó.

Desde que Mikasa dejó de actuar como siempre conmigo, fue cuando me di cuenta que realmente había cambiado, que por alguna razón ya no se preocuparía tanto al protegerme ni daría la vida por mi de una forma tan tonta, simplemente ahora Mikasa ya no se preocupa por mi al máximo, sólo lo hace y ya.

Recordé todo lo que ha hecho y la verdad es un gusto que sea tan fuerte como para no morir, me acerqué a ella y le di un beso en su cabeza, me levanté y me dirigí al baño para alistarme.

Escuché que se cerró la puerta, así que lo más seguro es que se fue a su habitación a arreglarse, al poco rato salí, me cambié e hice mi cama, al agitar las sabanas el aroma de Mikasa se alboroto en mi habitación por lo que no pude evitar acercar las sábanas y seguir disfrutando su aroma.

Reaccioné a los pocos minutos y decidí apurarme, me coloqué el pequeño saco de la Legión y salí de ahí.

Vi la puerta de la habitación de Mikasa y me coloqué al lado de ella para esperar a que se abriera y me dejara verla con su uniforme y su......bufanda.

Escuché varios ruidos dentro de su habitación como caminando, susurrar, hablar en voz baja e incluso decir mi nombre.

Después de eso la puerta se abrió y Mika salió, al percatarse de que yo estaba ahí sonrió y se acercó a mi dándome un abrazo.

- ¿Esperas a alguien? -  preguntó en un tono divertido pero calmado

- Sí... -  contesté rodeando su pequeña pero bien definida cintura mientras percibía al aroma de su cabello

- ¿A quién? -  preguntó de nuevo rodeando mi cuello por completo

- Veo que eres curiosa -  mencioné  cerrando mis ojos y acercándome a su oído

- Sí, lo soy y mucho -  dijo con ironía

- Pues estaba esperando a una chica, una chica bastante atractiva, con una personalidad única, un asombroso cabello negro, bellos ojos y un irresistible sabor dulce en sus labios -  dije en susurro a su oído

¿Cambiar?  Sólo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora