Nos llaman a casa las cuatro de la mañana. Solo dos días antes, papá días internado en el hospital para un chequeo. Al principio le dolía un poco el pecho, pero el médico le aconsejó que se internara porque notó algunas irregularidades es su ritmo cardíaco.
Dicen que fue durmiendo. Supongo que debe ser la mejor. ¿Cómo será? ¿Con qué soñara una persona en en ese momento? ¿Será como pasar de un sueño otro? ¿O será como despertar? Como despertar de un largo sueño y decir "¡Uf!, qué raro, soñe que era un tipo de tal o cual aspecto, que me llama fulano de tal, que vivía en tal país y tenía tal familia". Como consuelo, muchos allegados me dijeron que lo mejor es morir mientras se duerme. Sonaban algo envidiosos del fin de mi padre.No tengo manera de saber si esto es cierto o no. Cuesta pensarlo. Cuesta elegir un tipo de muerte. Casi me suena contradictorio decir "yo quiero morir de tal manera". "Querer" y "morir" me parecen palabras incompatibles. Yo no quiero morir. Ni ahogado, ni quemado, ni asesinado, ni durmiendo, ni de risa. Simplemente no quiero. Y sin embargo es algo inavetable."Morir" tiene más peso que "querer". " Querer" es casi un invento, una fantasía, porque casi nunca se cumple lo que queremos. Así que, ¿qué sentido tiene decir "yo quiero esto"? Es soló una expresión de deseo, una idea ficticia, sólo una palabra que no indica nada verdadero.En cambio, "morir" es realidad. Morir es pura realidad. Tanta realidad que no alcanza ninguna palabra. Decimos "muerte" como podríamos decir "mesa", "casa" o "pato de goma" : hablamos de algo que nos supera.
Llegamos al hospital sabiendo lo que íbamos a encontrar. No por eso déje de inventar salidas a la situación. Mientras viajábamos en taxi imaginaba que al llegar nos explicarían que todo había sido un error, que se referían a otra persona con el mismo nombre o tal vez con un nombre totalmente distinto, un nombre gracioso. Ruperto Haroldino. Eso es. El que había muerto era Ruperto Haroldino. Todo fue un error. Lamentamos muchas las molestias causadas. Y correríamos a contarle a mi padre y, ¡cómo se reiría! Luego, ya en casa, todos juntos nos reiríamos del asunto y Ruperto Haroldino se volvería un código interno ya que mi padre no dejaría pasar oportunidad de decir: "¡Ni que yo fuera Ruperto Haroldino!", y de inmediato agregaría avergonzado: "Que en paz descanse", porque no corresponde andar haciendo chistes con los muertos.
Nunca supe por qué nos hicieron pasar separados. Nos sentaron en un pasillo primer a mi madre, luego a mi hermano y por último a mí. Una enfermera se acercó, tomó la mano de mi madre y la hizo entrar. Después vino por mí de la misma manera.No entiendo bien para qué todo eso. Parecía algo armado, una especie de ceremonia. Mientras la enfermera me conducía a la cama donde yací mi padre no pude evitar sentirme ridículo. Me parecía ser trasladadi a un extraño shoe armado únicamente para mí. Era comi entrar a la carpa un circo, pero no para completar gente que traga espadas o se acuesta sobre clavos, sino para ser testigo de algo mucho más fantástico e incongruente: el propio padre muerto. Y ahí estaba, tendido en una cama de hospital. Lo contemplé durante un rato. Ver un cadáver produce una sensación extraña. Más si es de alguien cercano. Uno ve una persona a la que conocía y la ve igual que siempre. Todo está en el mismo lugar. La misma cara, el mismo cuerpo, las mismas manos, el mismo pelo. Pero hay algo raro. Algo falta. Hasta que uno se da cuenta de qué es lo que falta: esa persona no está más allí.
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En la Línea Recta
Teen Fiction¿Las cosas pasan sin sentido, sin tener que ver una con la otra? ¿La vida es una sucesión de puntos sueltos? ¿O esos puntos sueltos forman una línea? ¿O existe una extraña línea recta que une a mi padre con la música, con el Kung Fu, con el trencito...