CAPÍTULO XII

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Increíblemente me he vuelto un chico popular. Todo comenzó con mi ataque a John Lennon. Resulta que a muchos alumnos les encantó lo que les encanta que alguien haga sufrir a los profesores. Entuasiasmado por este pequeño éxito y dejándome llevar por mi nueva aversión a la música, empecé a criticar ferozmente a todo solista o grupo que se me viniera a la cabeza. Tuve palabras duras para casi todo el mundo, para los Rolling Stones (dije que el último álbum bueno que habían sacado era *Black *and *Blue y de eso ya habían pasado más de treinta años); de Bono (que como músico era un género musical más infantil); de Sting (que ya era hora de dije, especialmente a aquellos que, por alguna cuestión de bandera personal, odian a Lennon y a todo lo que sea medio hippie (por ejemplo los que son medio heavys o medio punk). También a los que les da igual pero que se dejara de robar con "cada vez que respiras"); Eminem (mucho ruido y pocas nueces) y así con todos los músicos que se les ocurra. Cualquiera pensaría que estos ataques constantes a los ídolos de la industria musical me ganarían el odio de todos además de una merecida fama de chico insorpotable y soberbio, pero no, todo lo contrario, me volví una fuente de consulta para todo aquel que quisiera desprestigiar a un contrario. Los heavys me buscaban para que les diera letra contra los stones, los seguidores del rock nacional contra el que viene de afuera, los del tecno contra el rock, y los del punk contra el hip hop. Así, todos contra alguien y yo contra el mundo.

En la Línea RectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora